02/08/2007
A mí nunca me ha convencido estudiar en un país donde no hablo el idioma local.
Por lo general he escuchado que da igual, que al final los postgrados son todos en inglés, y que uno termina enterándose de todo. Y si mi camino me llevara, por ejemplo, a Italia, eventualmente terminaría entendiendo a los italianos.
No obstante nunca confié en este tipo de afirmaciones. Menos aún cuando viajé por unas semanas a Trieste, allá en el remoto 2002, y simplemente no le entendía ni jota a los italianos, ni de forma oral o escrita. Nop. Un postgrado debía ser en un país donde entendiera el idioma local, ya sea Latinoamerica, Gringolandia, UK o España.
Lamentablemente siempre me ha salido el tiro por la culata. Ya se saben la historia...
En Cambridge viví con seis chinos por unos tres meses. Mal comienzo.
Ahí mismo, el equipo de remo estaba dominado por "Superhombres Nietzscheanos," todos alemanes, daneses o suecos. Así que nada de comprensión por ese lado (a excepción de aquella ligera complicidad que compartimos nosotros, los superhombres).
En Valencia esperé que la situación mejore un poco. Obviamente me equivoqué.
Desconocía la existencia del idioma valenciano, especie de catalán con crisis de identidad (esto me va a meter en problemas con los españoles, pero en fin). La hora del almuerzo era al comienzo un momento de crisis extrema, ahí estaban todos hablando intensamente en valenciano mientras a mi no me quedaba otra que reflexionar sobre Star Wars, el último capítulo de Lost o cualquier otra pavada que pasara por mi mente. Afortunadamente el asunto ya mejoró, ya entiendo un poquiiiiiiiiito de valenciano, y los demás ya hablan mas seguido en español.
El grupo de investigación no ayudó. Especialmente considerando que todos menos mi jefe y yo son italianos. Y claro, mi jefe habla italiano perfecto. Recuerdo la primera (y única) salida grupal a tomar café... regresé a la oficina más estresado que cuando salí.
El ser enviado a una conferencia en Karlsruhe, Alemania, provocó evidentemente un terrible temor dentro de lo mas profundo de mi ser.
Antes de salir, revisé todo mi conocimiento sobre el alemán:
1. Danke ("Gracias").
2. Bitte ("De nada"... mas o menos).
3. Achtung ("Peligro," muy útil, por cierto).
4. Gesundheit ("Salud," o sea, "bless you").
5. Prost ("Salud con todos," digamos).
6. Eine Kleine Nachtmusik ("Una pequeña tonada nocturna," ¡Fuga siempre presente!).
7. Das Schnabeltier ist auf dem tisch ("El ornitorrinco está en la mesa"... no pregunten).
Y punto.
Espero que esta lista haya ilustrado la razón de mi temor.
Afortunadamente no iba solo. A la ida iba con Lorenzo (italiano) y Avelino (español). Y el primero había llevado clases de alemán, ¡así que no lo queríamos perder de vista!
Poco tiempo después, descubrimos que el alemán de Lorenzo estaba a un nivel de "mi mamá me mima." Lamentablemente, nos dimos cuenta de esto al tomar un tren a Hamburgo en vez de a Karlsruhe... Pero bueno, rajar no puedo, fue el mismo Lorenzo quien se dio cuenta que estábamos en el tren incorrecto, ¡ya que este salió tres minutos y medio antes de la hora!
Si, si, Alemania es diferente.
La diferencia no está sólo a nivel de idioma o de puntualidad. Las cultura alemana es una cosa muy pero muy compleja, como era de esperarse.
La comida es un buen ejemplo. Inicialmente me agradó: ¡¡¡una carne buenaza!!! Y hacía tiempo que no veía una buena milanesa (schnitzel, lo llaman allá...¿o era sputnik?). Pero luego uno se daba cuenta que SÓLO tenían carne y schnitzel... y salchicha. Y cerveza, por supuesto, un fenómeno espeluznante. Nunca antes había visto algún "meeting" donde el "Welcome Drink," en vez de ser una elegante copa de vino o una discreta de champán, ¡haya sido una jarra con litro y medio de chela!
Las charlas tuvieron también su toque especial. Resulta que en Alemania no se aplaude después de alguna ponencia, sino mas bien empiezan a golpear la mesa. La primera vez que pasó eso pensé que estaba en pleno Blitzkrieg, la única vez que he saltado tanto fue cuando explotó el aire acondicionado en mi oficina en Valencia (¿les conté esa?).
Aparentemente en Alemania sólo le aplauden a los artistas... lo que me hace preguntar qué hacen si un artista da una ponencia... Esa pregunta eventualmente fue ubicada en la misma categoría donde está "Cómo serán las hamburguesas de Hamburgo?"
Uno se preguntaría también qué cosa hacen si no les gusta la charla... Pero creo que prefiero dejar esa sin respuesta.
Otro fenómeno curioso se dio el día de la excursión. Dentro de mi afán de poder decir que he ido a sitios que suenan chévere (como el año pasado, ¡que termine montado cleta en el bosque de Sherwood!), escogí la excursión que iba la Selva Negra. El plan era ir a un pueblo llamado Baden-Baden (donde dice la leyenda que Clinton afirmó que el sitio sonaba tan bien que había que ir dos veces... gringo monse), para luego tomar una carretera a través de la Selva Negra e ir a un museo al aire libre. Resulta que dicha carretera estaba de cumpleaños, ¡cumplía 75 años! Y bueno, para darle gusto, decidieron cerrarla ese día... Lindos y considerados, los alemanes. Así que terminamos encerrados en el bus por dos horas y media mientras íbamos por carreteritas alternas... Si, bueno, bonito el asunto, aunque hubiera sido mas bacán haber estado mas de media hora en el museo, ¡en vez de pasar toda la tarde sentado en el bus!
Ahora bien, el que los alemanes sean diferentes puede ser ventajoso, especialmente cuando uno tiene la costumbre de meter la pataza cada vez que puede.
Resulta que en la conferencia esta había un banquete, que no estuvo tan bien. Lo que realmente me indignó fue que al final me quedara yo sin postre. Esto es para mi como que se queden sin trago, simplemente no puede pasar. A la vuelta a la mesa me encontré con Lorenzo, que estaba con gente desconocida, y entre esta gente estaba una alumna organizadora. Yo, con ganas de molestar, le dije medio en broma y medio en serio a Lorenzo que era una vergüenza, que se habían quedado sin postres, y que quería hablar con un organizador.
Para mi desgracia, quien escuchó esto no fue su acompañante, sino Wim de Boer, quien es EL organizador de la conferencia, además de ser una persona notable en el ámbito de detección de materia oscura, y haber sido uno de los que descubrieron que la supersimetría puede generar la unificación de las fuerzas fundamentales de la naturaleza. O sea, roche.
Pero como buen alemán, se acercó preocupadísimo, yo le dije que no, que era una broma, pero creo que me leyó el pensamiento, porque seis segundos después de dejarme (literalmente) estaba el anunciando que en breve se servirían más postres, que nadie debía preocuparse.
Surreal.
Pero bueno, no puedo quejarme, el viaje estuvo bueno. La verdad es que no me puedo quejar de la existencia de diferencias culturales, es más, ¡qué suerte que están! Además de hacer que los viajes sean interesantes, le abren a uno los ojos, uno nota la presencia de distintas formas de ver el mundo, de forma que se logra complementar y fortalecer lo que uno concibe como "normal".
Psss, se nota que me esta dando sueño, ¿no? Mejor la corto aqui. Espero poder mantener la conclusión del parrafo anterior luego de mi viaje al norte de Valencia este fin de semana, donde se habla mas valenciano que al centro... Uy uy uy... ¡Deseenme suerte!