Todo es culpa de Marité.
En serio. Todo. Estoy seguro que el origen de cualquier complicación que uno pueda pensar, podrá ser rastreado a algo vinculado con ella.
Al final, detrás de esta imagen de inocencia, reivindicación e instinto de superación, probablemente se encuentra la fuente de todas nuestras desgracias. Seguro, seguro, seguro.
Pero, ¿qué me hace arremeter esta vez con una buena amiga mía, alguien a quien he conocido por unos diez años? La respuesta es sencilla. Está vez el desastre me ocurrió a mi.
Todo empezó en esta adorable red social llamada Facebook. Nuestra querida Marité, dentro de un impulso reivindicador, envió a muchos amigos un video bastante interesante. Les pongo el link para que lo puedan ver, es bastante largo, pero vale la pena:
Ok. Asumiré que han visto el video. Como lo hice yo. Es más, el video me pareció tan bueno, que lo distribuí también por Facebook con mis amigos. Yo también quería ser reivindicador.
Hasta aquí, todo bien. Claro, todo bien hasta que murió mi celular. Hacía ya un mes que no funcionaba al 100%, pero una semana después de ver este video, el aparato murió. Curiosamente, dos días antes que muriera, me llegó un SMS de la compañía de teléfonos, Orange, indicándome que por 100 puntos y 10 euros, me darían un Nokia nuevo.
Me pareció genial. Como no me queda mucho tiempo en Valencia, preferí conseguirme un celular sencillo y barato. Luego de la mudanza me conseguiría uno más power. Y resulta que yo tenía unos 120 puntos, que no se de dónde había sacado. Era perfecto. Entré entonces a la página web a ver los detalles, y descubrí que por 100 puntos y 10 euros, tenía tres opciones:
1. Nokia 1661. Sin cámara. Sin bluetooth. Sin posibilidad de almacenar archivos. Sin mp3. Con radio. Con linterna. ¡Y con el juego de la culebrita!
2. Samsung c280. Sin cámara. Sin bluetooth. Sin posibilidad de almacenar archivos. Sin mp3. Sin radio. Sin linterna. ¡Pero naranja!
3. LG GU280. Conocido como Popcorn. Con cámara de 1.3 megapixels, incluyendo video. Con bluetooth. Con memoria externa microSD. Con mp3, correo electrónico, mensajes de texto multimedia... y muchos etcéteras más.
Aquí había algo raro. Inmediatamente sospeché de la calidad de LG, ya que no podía ser que me dieran tanto, cuando por el mismo precio Samsung se jactaba de que su celular era naranja. Decidí ir a la tienda y preguntar.
En la tienda les expliqué que quería cambiar el celular, por 100 puntos y 10 euros. Curiosamente, sólo me dijeron que tenían el Nokia y el Samsung disponibles. Les pregunté por el LG, y me miraron con cara de no way, man. Efectivamente, ese celular era demasiado bueno pa que lo ofrecieran por tan poco. Yo les dije que lo había visto en internet, y me respondieron que a veces en internet hay ofertas que no hay en la tienda.
Boh. Pues me regresé a la universidad, pa comprarme el LG por internet. Evidentemente.
Al entrar en la tienda online de Orange, y empezar el proceso de compra del LG, noté un detalle. El LG lo podía conseguir por:
2000 puntos + 0 euros.
1500 puntos + 5 euros.
100 puntos + 10 euros.
500 puntos + 20 euros.
250 puntos + 40 euros.
100 puntos + 60 euros.
Aquellos observadores, notarán que por 100 puntos podía comprar el LG ya sea dando 10 euros o 60 euros. Y que si tenía 500 puntos, tenía que pagar 20 euros, no 10.... Y me iluminé: Era un typo. Se habían confundido, ¡y realmente el teléfono costaba 1000 puntos + 10 euros! ¡Habían olvidado un cero!
No obstante... lo podía comprar. Por 100 puntos.... y 10 euros. Le podría sacar la vuelta a una empresa telefónica, lo que todo ser humano siempre ha soñado desde la época del Tahuantinsuyo. Tan sólo tenía que hacer click en el botoncito al costado de 100+10... y el preciado LG sería mío.
Y fue entonces que mi mente recordó el porco video de Marité.
Maldita Marité.
Y no pude. No pude comprar el LG. Si incluso yo mismo había pregonado el mérito de no "hacerse el vivo," y jugar siempre con las reglas justas. Reivindicador total. Y ahora, ¿con qué cara me podía comprar ese LG?
En la universidad todo el mundo me dijo lo contrario. Que comprara el LG. Que le sacara la vuelta a Orange. Que era lo que todo ser humano siempre había soñado desde la época del Imperio Romano. Pero no pude.
Me has hecho sufrir, Marité.
Fui a la tienda, con la intención de comprar el Nokia. Fue muy triste, ¡ya que la misma vendedora me instó que comprara el LG! ¡Pero no! ¡Ya me había decidido! Me llevaría el Nokia, y con eso... ¿arreglaría el Perú? ¿Lograría que Keiko no salga presidenta? ¿Le daría calor a Puno?
Sí, lo sé, esta acción no tendría la más mínima consecuencia en la realidad de nadie. Pero no me importó. Contaminado por el maldito video de Marité, seguí adelante y me compré el Nokia.
Ahora bien, la historia no quedó ahí. Unas semanas después, recordé que iba a viajar a Ginebra, por unos tres meses. En ese tiempo necesitaría un celular, y si quería usar el que me acababa de comprar, ¡el Nokia tenía que ser libre!
Moisés me había dicho que era posible encontrar códigos de liberación en internet, pero aparentemente este celular era bastante reciente, así que no existían dichos códigos. Ni modo, tendría que ir a alguna tienda de liberación de celulares, y gastar un poquito más.
Me haces perder plata, Marité.
Anyway, buscando en internet, encontré una tienda que anunciaba liberación de celulares. ¡Y ahí estaba el Nokia! Y el precio por liberarlo era de... 79 euros.
No podía ser. ¡Una liberación no podía costar tanto! Cliqueé en otro celular arbitrario... 10 euros. Otro: 10 euros. Otro más: 10 euros. El mío, otra vez: 79 euros.
Te odio, Marité.
Este Nokia parece que es in-liberable. O como se diga. Por lo menos en el momento en que lo busqué por internet... Porca miseria.
Resumamos mi situación.
Hubiera podido tener un LG con cámara de 1.3 megapixels, video, bluetooth, memoria externa microSD, mp3, correo electrónico, mensajes de texto multimedia y muchos etcéteras más, además de haberle sacado la vuelta a una compañía telefónica, que era el sueño de toda la humanidad desde la época de... whatever. No sólo eso, lo hubiera podido liberar por 10 euros. O nada, si encontraba los códigos en internet.
Pero no.
Tenía un Nokia sin cámara, sin bluetooth, sin posibilidad de almacenar archivos, sin mp3 (aunque con radio, linterna y el juego de la culebrita). No le había sacado la vuelta a ninguna compañía telefónica, pero me había ganado las burlas de mis compañeros de trabajo y de la vendedora de celulares. Asimismo, no podría liberar el teléfono a menos que pagara 80 euros.
Genial.
Gracias, Marité.
De todas formas, parece que he tenido suerte. Llamé al servicio al cliente de Orange, y les conté que me iba a Ginebra y tal y cual. Y resulta que como he sido cliente suyo por más de un año, y como en este tiempo me he gastado más de 120 euros en llamadas, tendrían compasión de mi y me lo podrían liberar. Tan sólo tenía que enviar una solicitud por fax...
Parece que te salvaste, Marité.
Disclaimer: Realmente a Marité la estimo mucho, sé que me estima mucho a mi también. Pero eso sé que no se resentirá por haber usado su imagen (y su foto) para contar esta historia. ¿No es cierto? Anyway, para tratar de mitigar su furia les pongo una fotito un poco más bonita, sin la censura de "Caretas". Quiéranla mucho ustedes tambien. ¡Hasta pronto!