Hubo un silencio breve. Luego, muchos de los presentes bajamos la mirada, tomamos nuestra copa, y bebimos un poco. Nadie rió, nadie quiso decir mucho al respecto.
Él me miró, y dijo: "Esta es una de las peores situaciones en las que uno puede estar. No puedes hacer nada."
Indeed. No puedes hacer nada. Si uno está en una situación similar, con strong feelings por más de una persona, cualquier cosa que hagas seguramente herirá a alguien. Garantizado.
La frase de esa chica (recuerden que cuando uno juega a "Yo Nunca," está prohibido mencionar nombres) me hizo regresar, sin querer, unos siete años. A la época en que acababa de salir de Perú, y me encontraba en Cambridge. Además de estudios complicados, mi estancia en Cambridge se caracterizó no por un triángulo amoroso, un love triangle, sino más bien por un bloody love snowflake. Ya se imaginarán.
Okey, concentrémonos en la parte del snowflake que me concierne. Fue una época muy díficil. Estaba aún saliendo con Jessica, quien se quedó en Perú, y con quien eventualmente tuve una crisis de un par de meses. En esos momentos, Bianca estuvo ahí siempre como apoyo, y realmente le debo a ella el haber podido pasar el Master. Teniendo la cabeza hecha un embrollo por la crisis con Jessica, la amistad de Bianca de alguna manera logró estabilizarme lo suficiente para poder concentrarme en los cursos, y pasar el Master con una nota decente.
Meses después, Jessica vino a Cambridge, con el objetivo de arreglar las cosas. Y fue entonces que ocurrió lo que tenía que ocurrir. Strong feelings por dos personas, al mismo tiempo. Parálisis. Saber que cada sílaba que uno emita heriría a alguien.
Fue complicado. Dada la situación, Jessica y yo decidimos no regresar, no seguir saliendo, ya que todo estaba demasiado turbio (eventualmente sí volvimos a juntarnos, lo que motivó a que ella me viniera a visitar, hace mucho tiempo, a Valencia). Con Bianca las cosas no quedaron muy bien, dentro de mi confusión eventualmente entendí que era Jessica de quien estaba enamorado, y ella no se lo tomó muy bien. A pesar que yo me disculpé un año después por todo el rollo, disculpa que ella aceptó, dejamos de hablar.
Hace unos meses, fui a visitar a Alvaro a Amsterdam, y sabiendo que Bianca estaba por ahí, me animé a escribirle. Luego de siete años de no vernos, Bianca y yo nos tomamos un café juntos, y caminamos alrededor de Amsterdam, mientras el buen Alvaro nos contaba anécdotas sobre molinos de viento, y cómo Holanda parece un donut mordido. Debo admitir que fue muy bonito, re-enganchamos como si hubiera pasado solo una semana desde la última vez que nos vimos.
Cuando Bianca tomó el tren que la llevaría de vuelta a Rotterdam, donde la esperaba su futuro esposo, sentía que había cerrado una puerta, una puerta que no me había percatado que seguía abierta. Fue muy extraño, el haber podido despedirme de Bianca con una sonrisa, y saber que era feliz, me llenó de una paz inesperada.
***
La historia con esta chica fue muy breve. Habrá durado dos o tres semanas de verano. Fueron días bastante felices, pero quedaron ahí, como algo del verano. Por lo menos por mi parte, no estaba emocionalmente preparado, ni dispuesto, a algo más.
No obstante, quise dejarle a esta chica un regalo que la hiciera sonreír. Recordaba que la Cazavampiros alguna vez me había hecho leer Oceano Mare, de Alessandro Baricco, y me convencí que debía regalarle ese mismo libro. Vamos, es una historia mágica y bonita, no joroben.
Salí en busca del libro, y no lo encontré. Era un problema, porque la chica se quedaba solo un par de días más. De Baricco sólo tenían un libro titulado Esta Historia, un libro con una reseña bastante simpática. Habiendo leído Oceano Mare y Novecento, asumí que el estilo de Baricco sería siempre el mismo, y me dije "ya pues, me arriesgo" y compré el libro.
Años después, al estar preparándome para certificarme en italiano, me volví a topar con este libro. Leí el primer capítulo, y me quedé espantado. El primer capítulo describe un accidente automovilístico gigantesco, con lujo de detalles, sangre y muerte por todo lados. Era gore, puro y duro.
Chesu.
Pos na. Chica, si me estás leyendo, ¡lo sieeeeentoooooo!
***
La otra vez, hablando con Domínguez sobre cómo preparar un mojito con kiwis, me percaté que no le había contado la noticia. Ni a él ni a los otros Fugas. También recordé los ojos de ella, diciéndome que era una vergüenza que no hubiera hecho público que habíamos terminado, y que tres meses después ella tuviera que encontrarse con mis amigos en Lima y explicarles que ya no estamos saliendo.
Pues eso. Notarán que estoy solo en Valencia. A buen entendedor, pocas palabras.