Porsiaca, el título de este post no tiene naaaada que ver con el casi 40% de votos que ha recibido Keiko Fujimori en las elecciones de este año.
Tiene que ver con algo que ocurrió este verano. Recibí un mensaje de un programa que buscaba voluntarios para limpiar playas en Lima. Me pareció una idea simpática, así que me apunté.
La cosa empezó bien, nos juntamos en la PUCP, nos dieron polos y gorras, y nos llevaron a la playa en bus. Llegamos luego de hora y media, más o menos. Fue medio raro que la playa ya tuviera un personal de limpieza contratado por la municipalidad, y que no tuviéramos más equipo que bolsas de basura y nuestras laboriosas manos, pero bueno, ya estábamos ahí. No tenía sentido abandonar nuestro noble objetivo por esos nimios detalles.
Avanzamos. Empezamos a encontrar colillas de cigarrillos, pedazos de plástico, tapas de cerveza, y muchas cosas más. Nos sentimos útiles.
En eso, encontré un montículo sospechoso. ¿Una mina antipersonal? ¿Un cuerpo enterrado? ¿Un post electoral de Facebook sin insultos histéricos hacia la Izquierda?
Pues la verdad es que nos demoramos en descifrar qué era este montículo. Parecía un círculo de alambres. Pero había mucho material quemado alrededor. ¿Qué demonios era esto?
Luego nos dimos cuenta: era una llanta. Un neumático. Aparentemente, algún ser infinitamente inteligente había decidido usarla para hacer una fogata. Y al haber encontrado restos de comida alrededor, concluimos que tal vez la usaron como parrilla también.
Nos quedamos mudos. ¿Podía ser alguien así de imbécil?
Bueno, pues nada, selección natural, le dicen. Agarramos nuestras bolsas, y empezamos a meter todo ese material dentro. Fue una labor bastante complicada, pero bueno, lo logramos.
Luego, había que llevar las bolsas de vuelta. Y como en principio estábamos compitiendo para ver quién recolectaba más basura, sugerí que los demás siguieran trabajando mientras yo llevaba la llanta al campamento.
Al llegar descubrí, con horror, que los alambres habían atravesado las bolsas y, al hacerlo, me habían arañado las piernas. El problema es que un par de arañazos fueron algo fuertes, haciéndome sangrar. Alarma de tétanos inmediata.
Nuevamente la pregunta, ¿podía ser alguien así de imbécil? ¿Y qué era eso de la selección natural?
Por suerte, había una posta relativamente cerca. Recibí una vacuna contra el tétanos, me limpiaron la herida (que era bastante superficial), y me mandaron de vuelta.
Al regresar, descubrí que otros habían encontrado más llantas. Por supuesto, ahora que había sido vacunado, me ofrecí a cargar con todas esas bolsas llenas de alambres peligrosos. En esos momentos era invencible. Era Wolverine.
Acabamos el día recolectando casi 20 kilos de basura. Otros grupos consiguieron más o menos lo mismo, me atrevería a decir que fueron más de 100 kilos de basura los que limpiamos ese día en total.
¿Motivo para estar orgullosos? ¡Supongo! Pero fue algo triste partir. Y no porque unos fueran el lancha y los otros en camión, sino porque al irnos vimos un huevo de gente en la playa nuevamente generando basura, botando botellas de plástico, fumando y dejando colillas, y probablemente en la noche quemando un par de llantas más.
Y eso no mola, gente. A ver si pa' la próxima no son sólo los voluntarios los que llevan bolsas para la basura.