jueves, 25 de septiembre de 2008

Sobre Lavadoras

09/02/2008

Creo que no es necesario decir que el pasar del comodísimo mundo en el cual a uno le preparan la comida, lavan la ropa, limpian la casa (etc), a aquel donde todo esto (y más) debe ser hecho por uno mismo, es toda una experiencia. No estoy seguro si lo que mas recordaré de toda esta etapa fuera de Perú serán mis accidentados viajes, o las anécdotas en el momento de cocinar, lavar, y demás...

Claro, si nos referimos a lo que menos recordaré, las experiencias académicas se llevan el primer premio con una clara ventaja sobre todo otro tipo de experiencia. Pero hoy no quiero hablar de eso.

Hoy quiero hablar de la lavandería.
¡No! ¡Deténganse! ¡¡¡¡No cierren esta ventana!!!! ¡¡¡No llamen al medico, no me he vuelto loco!!!

Está bien, está bien, no me he vuelto MÁS loco.
Es que es verdad. Una particularidad sobre el sitio donde uno vive es cómo hace para lavar su ropa en él. ¡Y tengo pruebas fehacientes de ello!
Denme un rato mientras busco "fehaciente" en el diccionario... Ok.
Pues lo mismo, ¡tengo pruebas fehacientes de ello!

Mi primera experiencia con la lavadora fue en Inglaterra, en la casa que compartí con los seis chinos. Ahí, una de las cosas mas importantes que aprendí fue que el filtro de la lavadora debe ser limpiado. Y seguido. Especialmente si vives con seis chinos.
En futuras lavadoras nunca encontré lo que vi esa espantosa primera vez, cuando descubrí que nuestra lavadora no funcionaba porque el filtro simplemente tenía demasiadas cosas atascadas. Al abrirlo, encontré hasta monedas. Y monedas es lo mas light, porque si les contara el resto de cosas que encontré, optarían por el suicido. Una experiencia igualable a un encuentro con el mismo Cthulu.
Lindísima primera experiencia.

No obstante, el cambio de filtro no fue suficiente. Definitivamente mejoró su rendimiento, pero no al 100%. Fue tiempo después que me enteré la razón de esto, y entré así al fascinante mundo de la psicología lavadórica (esta no la buscaré en el diccionario).
Resulta que un año antes, esta lavadora era una lavadora común y corriente, feliz de su condición y sin intenciones de cambiarla. Hacía su trabajo, y lo hacía bien.
Hasta que llego el estudiante egipcio.

A este chico lo conocí. Entre otras cosas, se caracterizaba por su extremadamente fuerte odor, y su fútil intento de esconderlo usando dos litros de colonia diarios. Grande fue el susto que recibió la pobre lavadora al enterarse que este ser iba a vivir en esa casa, y que ella tendría que lavarle la ropa.
Los chinos me contaron que la batalla fue épica. No obstante, por más que lo intentó, nuestra heroica lavadora no logró quitar esta mezcla de olores a las prendas del egipcio. Peor aun, la ropa dejó a la lavadora oliendo tan mal como el mismo egipcio.
Imagínense la situación. La razón de la existencia de una lavadora es limpiar y quitar olores. Esta vez no sólo había fracasado, sino que su oponente se había burlado terriblemente de ella. Dicen los chinos que necesitaron lavar a la lavadora como dos o tres veces para que deje de oler. Pero desde allí dejó de funcionar igual que antes.
No sé. Yo la comprendí muy bien a la pobre, y no volví a exigirle tanto.

La siguiente experiencia no tiene este tipo anécdotas. Fue en la segunda casa en Cambridge. Ahí simplemente descubrí que estaba haciendo algo mal. Mientras yo iba más o menos tres veces a la semana a lavar la ropa, el resto de gente iba solo una. "Qué cochina es la gente aquí," pensaba yo todas las semanas, mientras regresaba con mi tercer cargamento de ropa. Pero luego de un par de meses, entendí lo que ocurría.
A pesar que parezca una (otra) locura, esto se justifica perfectamente en mi insistente rechazo a las secadoras, luego del maltrato que observé luego de un par de secadas. Y considerando que no me gusta ir a comprar ropa (y por lo general no tengo dinero para ello), ¡¡¡tenía que cuidar la que tenia!!!
Ergo, si no iba a usar secadoras, tenía que colgar la ropa. Y para esto sólo tenía mi cuarto. Y en este sólo entraba una tanda de ropa colgada.
Y ya pues, al separar blancos de colores, ya tenía asegurada por lo menos dos visitas a la lavandería cada semana. La tercera la hacía cuando lavaba las toallas y sábanas, que generalmente ocupaban todo el espacio disponible en el cuarto... En esos momentos, sólo me faltaban las chicas y la arena para tener mi propio harem.
Nunca supe si esta actitud era exagerada o no. Se que puede llegar a ser peor, he conocido entes que sí son exagerados, algunos que hasta planchan las toallas, "porque quedan mas suaves." En fin...

En Valencia las cosas fueron algo mas balanceadas. Con un tendedero externo grande, pude disminuir la densidad de lavadas por semana. Ahora, eso me hizo descubrir los horrores relacionados a los tendederos externos.
Uno de estos horrores, por ejemplo, se daba cuando Valencia era inundada por los "olores autóctonos" de la huerta, análogo al olor a harina de pescado que llena a Lima cada par de meses. Y si la ropa está colgada afuera, resulta que es expuesta a estos olores autóctonos. A veces absorbiéndolos. Horror de horrores.
Consideré luego las ventajas de un tendedero interno, después que lloviera por semana y media sin parar. Esa vez se me acumuló la ropa fregado.

No obstante, la acumulación de experiencias estaba dando frutos.
Para cuando llegué a Padova, sabía ya que mi vieja ropa colorida estaba lo suficientemente desgastada como para poderse lavar junto con los blancos. Y que realmente no era necesario usar tanto detergente como lo dice la caja (¡¡¡malditos ladrones!!!). Aprendí a graduar las secadoras, brutalmente útil en la época de lluvia. Descubrí que siempre es bueno dejar la puerta de la lavadora abierta por un par de horas, para evitar la formación de hongos. Chasa conmigo.

Si, lo admito. Me volví un lavador confiado. Me creía experto. Todas estas experiencias me hicieron arrogante en el sector "lavandería" (los que quieran extender este comentario a otros sectores, por favor abstenerse), estaba seguro que sabía lo más importante sobre lavar, y que lo hacía bien.

Claro. Hasta que recibí un regalo bravazo procedente de Madre de Dios (departamento de Perú), un polo rojo como un tomate con figuritas selváticas. Chévere.
Lamentablemente, no tomé en cuenta que esta prenda era nueva, y que podría teñir.
Ya no creo ser arrogante en la lavandería. El nuevo color rosado de mi ropa interior ha logrado que recapacite.
'Cha mare...

8 comentarios:

Luciano dijo...

Ese es uno de los principales motivos por los cuales la ropa interior NO DEBE ser blanca jajajaja

Y no, no sugiero colores exóticos. Negro, Azul o Gris es suficiente.

Y xq estoy comentando sobre los colores de mi ropa interior y los de Jôel??? Coño...

Anónimo dijo...

historia epica...

parte uno: sorpresas de mal gusto
parte dos: apredizaje
parte tres: parece q la historia tendra final feliz
parte cuatro: no! ahora que todo iba tan bien... la cagada

estos 4 pasos son la historia de mi vida...
y de las vidas de muchos

El Tunche dijo...

Una duda sin afán de juzgar.
Luciano, tu concoes el color de ropa interior de Joel?

Joel Jones Pérez. dijo...

A ver...

Luciano: no era necesario que especificaras que esos son los colores de tu ropa interior. Por favor, aquí estamos en un blog apto pa' menores!!! Ja ja ja!

Esther: Oye, no te me deprimas pe! Cha mare, uno empieza a filosofar un poco con la chica y se viene con un comentario suicida! Ya pee!!!

Tunche: Maldición! Pero se puede explicar! Solamente la ropa blanca puede teñirse así! Claro, eso no implica que la ropa interior no haya tenido otros colores (la estilo zebra, por ejemplo!). Pero si uso blanca o estilo zebra será un misterio que ninguno de ustedes dos logrará comprobar!!!

Mauricio Bustamante dijo...

Pucha, el lavado de ropa sí que es un problema jodido. Cuando estaba en México, mandaba la ropa a lavar los jueves y la recogía el viernes (la habitación que alquilaba no incluía uso de lavadora).

Así que los jueves por la mañana, salía de "casa" llevando dos mochilas: una con cosas de trabajo y otra llena de ropa sucia (fue en estas épocas en que me entró la demencial manía de ir al gimnasio ... así que pueden imaginarse que cuando digo "ropa sucia", realmente lo estaba). Antes de ir a la oficina, pasaba por la lavandería, dejaba mi cargamento de cochina ropa y esperaba un día. Hasta ahí, todo bien.

El roche era al día siguiente, viernes, cuando recogía la ropa lavada y doblada, que me entregaban en un paquete que nunca fue lo suficientemente compacto como para meterlo nuevamente en la mochila donde entraba la ropa cuando estaba sucia. Así que recogía la ropa de la lavandería, que quedaba a unas seis cuadras de la oficina, y regresaba caminando con mi paquete de ropa limpia en brazos, mondo y lirondo, por la calle, de vuelta a la oficina. Lo peor era cuando no se les ocurría mejor idea que poner la ropa interior sobre todo el resto de ropa del paquete, de manera que me convertía, por algunas cuadras, en objeto de interés de todos los carros que pasaban. Viva la grandiosa vida del estudiante del posgrado.

Joel Jones Pérez. dijo...

Dejabas la ropa en la lavandería??
'Cha que ficho! :-D

No habían lavanderías "lava-tú-mismo"?

Anónimo dijo...

Hola Joel,

y alguna vez la ropa te ha cogido olor (de que se queda rato en la lavadora) y no consigues quitarlo lavándolo nunca...y se le coge el olor al resto de las prendas?

Que podría hacer para evitar ésto?

gracias!

Joel Jones Pérez. dijo...

Je je je, la verdad es que tan experto no soy, pero lo que siempre encuentro en internet para liberar esos malos olores es: vinagre!!!!

(Suenan tambores, bombos y platillos)

Ahora, esto no siempre funciona (un caso, por ejemplo, lo encuentras en el post sobre "Como No Limpiar un Horno"). Pero si uno no intenta, no se llega a nada!