domingo, 28 de diciembre de 2008

Una Navidad en Europa

Esta historia navideña es algo inusual.

Algunos de ustedes saben que la mitad de mi familia es inglesa, y que realmente no la conozco muy bien. Recién ahora, que estoy en Europa, he tenido un mayor contacto con ellos. Estando en Cambridge fui a visitarlos dos veces, y estando en España los he ido a visitar una vez. No obstante, en todas estas visitas, una prima estuvo ausente: mi prima Joanne. Ella abandonó Inglaterra con su esposo inglés y conquistaron la costa española, junto con una horda de ingleses veraniegos.

Y bueno. El 23 de Diciembre, mientras mi hermano Julian estaba visitándome en Valencia, recibí un mensaje de mi madre, diciendo que Joanne había fallecido de cáncer. No puedo realmente decir que me afectó, ya que como he dicho, realmente no la conocía. Más que nada me dio pena no haberla podido conocer antes.

El 24, mientras Julian y yo andábamos visitando un pueblo abandonado de Valencia, recibimos una llamada de mi padre. Nos contó que el entierro sería el 26, dos días después, y que sería bueno que fuéramos. Estaría toda la familia entera. A nosotros nos parecía bien ir, creo que ambos lo consideramos antes que mi padre lo mencionara. El problema sería llegar, ya que vivían por Gibraltar. Otro problema es que Julian regresaba a Inglaterra el mismo 26, así que o perdía el vuelo, o tendríamos una suerte increíble y conseguiría un vuelo Gibraltar-Valencia justo antes de su vuelo de regreso a UK.

Pero nosotros no nos caracterizamos por tener suerte. ¿Qué? ¿No se habían dado cuenta?

Al regresar del pueblito abandonado, miramos las opciones:
- Podíamos volar a Málaga, pagando como 300 euros. No way.
- Podíamos volar a Jerez de la Frontera, pagando también 300 euros. No way.
- Podíamos volar a Sevilla, por 100 euros. Pero estaba muy ajustado, no la hacíamos.
- Podíamos tomar un tren a Málaga, por 50 euros...

Esta última opción estaba algo mejor económicamente. Llegaríamos a Málaga a las 9:30 de la noche, dormiríamos allá, y al día siguiente tomaríamos un bus a wherever el entierro fuera a ser. ¿El problema? Estaríamos viajando 10 horas en tren. En Navidad.

Luego, el mismo 26, luego del entierro, Julian tendría que ir a Gibraltar, a tomar un vuelo de vuelta a Inglaterra. Yo regresaría a Málaga, dormiría una noche allá, y me regresaría a Valencia en tren el 27, otra vez 10 horas.
No van a decir que no somos buenos haciendo planes, eh.

Ya pues. El 25 salimos a las 11:00 am, y luego de un tediosísimo viaje, llegamos a Málaga, a las 9:00 pm. El siguiente objetivo: enterarnos a dónde cazzo teníamos que ir. Yo recordaba que mi tía Eileen mencionó Estepona cuando hablamos de Joanne, pero sabía que no vivía ahí. A las 10:00 pm logramos hablar con mi padre. Nos dijo que teníamos que ir a Savinillas, y que el entierro era a mediodía. Lamentablemente, había una complicación adicional: el entierro no era el 26, lo habían movido al 27.
'Cha mare.

En Málaga nos encontramos con Esther y su novio, Lucas. La verdad es que tuvimos mucha suerte, ya que fueron ellos quienes nos consiguieron una habitación en un hospedaje juvenil. Si no, probablemente habríamos terminado durmiendo en la estación de bus, o pagando un hotel demasiado caro. En este hospedaje determinamos nuestra próxima estrategia.

El nuevo plan era genial. Saldríamos tempranísimo a la estación de tren, e intentaríamos cambiar mi ticket de tren pa' la noche (Julian se perdería el entierro). Inmediatamente, correríamos a la estación de bus, y tomaríamos el primer bus a Savinillas, pa' encontrarnos con la familia. Y ya pues, en la noche Julian se iría a Gibraltar, de vuelta a Inglaterra. Yo regresaría a Málaga a dormir (no sabía si sería posible encontrar un sitio dónde dormir en Savinillas), y luego, el 27, tomaría nuevamente el bus, asistiría al entierro, regresaría a Málaga, y tomaría el tren de vuelta a Valencia.
Espectacular.
Y felicitaciones a los que lograron entender el plan sin tener que escribirlo.

Lamentablemente, las cosas no salieron tan bien. Primero nos separamos, yo me fui a la estación de tren a cambiar el ticket a Valencia mientras Julian se fue a la estación de bus a comprar el ticket a Savinillas. Pero el Australopiteco de la estación de tren no supo cómo cambiar el ticket. En eso, recibí una llamada de Julian: "El bus a Savinillas sale YA." Agarré todas mis cosas, salí volando, corrí a la estación de bus... y vi el bus partir sin mí. Y sin Julian. Había llegado dos minutos tarde, y el conductor no me había querido esperar a pesar de las insistencias de Julian.
Merry Christmas, with love, from Spain.

Luego de esta pequeña derrota, regresamos a la estación de tren, a ver si el otro Australopiteco (que se hacía pasar por Neandertal) lograba cambiar mi ticket. Luego de media hora de espera, el tipo levantó la cabeza y me dijo: "Acaban de vender el último ticket hace cinco minutos."

¿Les parece irónico? Pues peor aún, cuando tomamos el siguiente bus, que nos llevaba a Estepona (el siguiente a Savinillas salía muy tarde), este bus salió 15 minutos tarde. Cuando el anterior no me quiso esperar dos.

En Estepona tuvimos suerte. Nuestros primos Carolyn y Neil se ofrecieron a recogernos. Nos encontraron abandonados en la carretera, y nos llegaron a Savinillas. Ahí, Carolyn habló por teléfono con su padre, y nos dijo: "Están en el pub."
Dios mío, que inglesa es mi familia.

Y sí, ahí estaban todos. Cheleando.
Ahora, esta rama de mi familia es bastante graciosa. A pesar que mis primos son bastante normales, por decirlo de alguna forma, sus parejas tienen siempre algo curioso.
Carolyn, por ejemplo, está casada con un inglés que era policía. Digo, digo, era el policía. Sí, ese que trabaja junto con el constructor y el indio et al. Ustedes entenderán.
Mi prima Trisha está casada con un señor que no sabe socializar. Esta vez, cuando lo vi y lo saludé, me gruñó.
La misma Joanne estuvo casada con un amante de los animales. Cuando lo conocimos, estaba algo alterado porque el sacerdote que haría el entierro no quería que las mascotas estuvieran presentes. Así que no estarían ni los perros, ni el gato, ni la paloma, ni las gallinas.
Sí, dije gallinas. En el entierro.
Neil, por otro lado, no está casado. Estuvo casado, dos veces, pero parece que no le fue tan bien.

Y nada. De allí, reunión familiar, no creo que les interese. Llevamos a Julian a Gibraltar, ¡y llegamos a ver Africa! Neil me llevó luego a Málaga, donde hicimos el último intento con el ticket de tren (por si había ocurrido alguna cancelación). Al final no logré hacer el cambio, así que ni modo, me regresaría a Valencia al día siguiente, mandándole un fuerte abrazo al resto.

Las siguientes diez horas de viaje fueron tediosas, pero creo que mi sistema se acostumbró a estar sentado sin hacer nada, y pasaron relativamente rápido. En el camino, recibí un mensaje de mi tía Eileen, al final el cura atracó y permitió que los perros estuvieran en el entierro.

Y ya pues. Me da lástima reunirme con mi familia por este tipo de motivos, pero de todas formas uno se alegra de verlos, a pesar que sea necesario estar 22 horas sentado sin hacer nada. Las oportunidades no son muchas, y justamente en ocasiones como estas uno se da cuenta que la vida es corta y debe ser aprovechada.

Así que, siguiendo este punto de vista, seguiré viajando. Mañana me voy de viaje a Bélgica, a pasar el Año Nuevo por allá. Excelente. ¡Deséenme suerte!

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