¿En qué nos quedamos la vez pasada? Ah, sí, el colesterol. Y los cálculos en los riñones. Había que ir a la clínica.
Bueno pues. Primera cosa, hablar con un internista. Lamentablemente, no sirvió de mucho. Me redirigió con una nutricionista para lo del colesterol, y con un nefrólogo para lo de los cálculos.
Por el lado de la nutricionista, me hizo notar que no sólo era un rollo de colesterol, sino que tenía los... triglicéridos altos. U otra cosa. Creo que eran los triglicéridos. En fin, que tenía algo alto, y que tenía que hacer dieta. Cero grasas y cero carbohidratos hasta enero (¿alguien dijo Operación Bikini?).
Quiero que reflexionen sobre lo de la dieta. Cero carbohidratos significa cero helado. Supongo que me conocen lo suficiente como para saber que esta dieta no me está funcionando del todo. A ver qué dice el el examen de sangre en enero.
Anyway, de ahí, al nefrólogo. Que me quiere hacer una tomografía, pero que no sabe si mis riñones van a aguantar el procedimiento. Cosa que, por supuesto, me preocupa, porque a pesar de los cálculos yo siempre pensé que mis riñones andaban de lo más bien.
¿Qué tenía que hacer? Oootro análisis de sangre, y para mi diversión, recolectar orina por 24 horas. Había que ver si mis riñones eran poderosos o no.
¿Alguna vez han recolectado orina tanto tiempo? ¿Han pensando dónde debe guardarse? Sí, exacto, en el refrigerador. Siguiente paso: ¿cómo cazzo explicarle a la novia la situación?
Pues nada, todo bien con la recolección. Llené mi galonera y al día siguiente me levanté temprano. Ese sábado tenía mucho qué hacer, así que tenía planeado llevar la muestra temprano al laboratorio. Desayuné con la novia, y una vez que ella salió, me puse a lavar los platos para luego alistarme para salir.
Y fue entonces que me rebané el dedo.
Resulta que tenemos cuchillos nuevos en casa, y uno de ellos es casi un machete. Resulta también que a la novia le gusta cortar naranjas con ese machete. Y resulta, finalmente, que si a uno se le escapa ese machete de las manos mientras lo lava, el machete corta.
El resultado fue sangre por todos lados. Realmente me asusté bastante en ese momento. Pero afortunadamente me di cuenta que, siempre y cuando aplicara presión, el flujo de sangre se controlaba. Pues nada, había que salir a la clínica, necesitaba puntos, o algo.
Y fue entonces que recordé la muestra de orina.
Carambas. ¡No podía dejarla en el refrigerador! Además, era sábado, el laboratorio sólo abriría hasta el mediodía. No tenía opción: tenía que llevar la galonera conmigo. Si no lo hacía, me la iba a tener que quedar hasta el lunes.
Salí de la casa. La mano derecha, envuelta en papel de cocina, con manchas rojas por todos lados. La mano izquierda, cargando una bolsa con una galonera, con un contenido que no era exactamente jugo de manzana.
Mientras llegaba a la esquina para tomar mi taxi, empecé a hacerme los líos de siempre. Que me va a ver la pinta de gringo y me va a querer cobrar más caro. Que hasta el laboratorio sólo me deberían cobrar ocho soles, y siempre me quieren cobrar diez, o doce. Que ya estoy harto que me cobren más que al resto...
Y fue entonces que vi el bus.
¡Por supuesto! Ese bus me dejaba en la puerta del laboratorio. Vamos, me olvidé que cargaba la galonera, y que tenía una mano ensangrentada, y subí.
Y fue entonces que me di cuenta que el chofer también era cobrador.
Es decir, que tenía que pagar antes de sentarme. Y que tenía que hacer malabares para sacar mi dinero, estando el bus en movimiento, sin llenarlo de sangre, o algo peor involucrando aquello que no era exactamente jugo de manzana.
¡Pero lo logré! Estaba tan contento que pensé en contarle mi aventura a la gente del bus. Por suerte, el sentido común se activó a tiempo (creo que es evidente que acababa de despertar). Me quedé sentado, callado, pensando en toda la gente que transporta sus análisis de orina en los autobuses de Lima todos los días, sin que nadie se dé cuenta.
Nada, llegué al laboratorio, dejé mi galonera (no creo que la extrañe), y me encaminé a la clínica. Efectivamente, hubo que repararme, y ahora tengo una masculina cicatriz en un dedo de la mano derecha.
¿Y qué pasó con la recolección? Pues nada, que tengo mucho calcio en la orina, y un exceso de ácido úrico, por lo cual no puedo comer carne, y todo debe estar bajo en sal.
Esto, combinado con mi dieta de cero carbohidratos, no me deja muy contento. Básicamente me han dejado a punta de ensaladas y ceviche. La única ventaja de esto es que en el verano me van a querer ver en ropa de baño.
¡Será hasta la próxima!
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