domingo, 12 de abril de 2009

El Jueguito de Semana Santa

Hace ya varios años seguí un "jueguito" personal en Semana Santa. Lo habré hecho una o dos veces en toda mi vida, ya que no es posible repetirlo con las mismas personas.

Era muy sencillo, básicamente compraba huevitos de chocolate y, sin que nadie supiera, los repartía alrededor de la casa. Luego "encontraba" uno, y le preguntaba a mi mamá, por ejemplo, si es que había sido ella quien repartió los huevitos. Ella decía que no, encontraba alguno, y entonces asumíamos que habían sido escondidos por mi papá. Al preguntarle, el decía que no, probablemente encontrando algún otro huevito por la casa. Culpábamos entonces a mi hermano, quien eventualmente se negaba. En ese momento se ponía divertido el asunto, ya que nos dábamos cuenta que alguien estaba mintiendo.

Al final de la mañana, yo no me aguantaba la risa, y mi culpabilidad en el asunto de los huevitos era revelada.

En fin, este año decidí volver a jugar este "jueguito." Compré cuatro huevos de chocolate Kinder, esos que vienen con sorpresa adentro. El sábado, llegué a casa como a las 3:30 am (si pes, de vez en cuando hay que salir de juerga), y escondí los huevitos en los estantes de la cocina. Dos para la Mari y Guilherme, uno para la Belga, y otro para mí.

En la mañana siguiente fui el primero en despertar. Al salir la Belga de su habitación, le pregunté si ella había dejado el huevito de chocolate en mi estante, y claro, me dijo que no. Creo que no entendió muy bien lo que le había preguntado, porque tuve que hacerle énfasis en el asunto y preguntarle si es que no había encontrado un huevito en su estante. Al darse cuenta que yo tenía un huevito inesperado, se emocionó y buscó en su estante, y efectivamente, ahí estaba. Debía haber sido idea de la Mari, que buena la Mari, vamos a agradecerle cuando se despierte.

Al salir la Mari, lo mismo. Tampoco entendió bien el asunto, y tuve que hacerle énfasis en "¿No tendrás tu también algún huevito?" Abrió su estante, vio los dos huevitos, y dijo "¡Ah, mira, habrá sido Guilherme!"
El plan funcionaba perfectamente.

En fin, Guilherme no despertó hasta las cinco de la tarde, así que hubo que postergar el juego un rato. Salimos los tres a ver un desfile, dejando a Guilherme durmiendo en casa, y cada uno regresó por separado a casa. Primero la Mari, luego yo, y finalmente la Belga.

Al llegar a casa, subiendo por el ascensor, ya estaba planeando el asunto. Al negarse Guilherme a ser el autor de los regalos, le echaría la culpabilidad a la Belga. Luego esperaría a que ella llegara y vería el desarrollo del asunto, probablemente le pasaría la pelota a la Mari. Anyway, subí al piso, entré, y encontré a la Mari y a Guilherme en la sala, tirados en el sofá. Después de saludar, le agradecí a Guilherme por los huevitos.
El respondió: "De nada."

Fue entonces que me quedé frío. ¿Había escuchado bien? ¡El plan no estaba funcionando como debería! Pero no, fácil él no me había entendido, después de todo, ni la Belga ni laMari entendieron bien a lo que me refería. Podría ser que simplemente había escuchado el "gracias" y respondió con un "de nada" por inercia.

No obstante, la Belga regresó. Y ocurrió lo mismo: "¡Muchas gracias, Guilherme, por los huevitos de chocolate!"
Él respondió: "No, no es nada."

'Cha mare!

Y ahora... ¿cómo sigo con el jueguito?