martes, 6 de noviembre de 2012

Catando Vino

Bueno, ahora que saben que soy medio snob en algunas cosas, quería compartir con ustedes mi último descubrimiento. He logrado descifrar cómo aprovechar al máximo las catas de vinos.

¡Alto! ¡No cierren esa ventana! ¡No cambien de página web! ¡Recuerden qué tipo de blog están leyendo! Acá en ningún momento les voy a contar cómo apreciar un buen vino. En ningún momento intentaré convencerles de seguir la técnica del mover - contrastar color - olfatear - saborear - enjuagar la boca - escupir. Tampoco les daré detalles de cómo describir los vinos, y en ningún momento usaré adjetivos raros.

Supongo que me preguntarán: ¿entonces qué cazzo nos vas a decir? ¿Y por qué demonios le das tanta vuelta al asunto?

Y yo les responderé: parece que se han olvidado qué blog están leyendo.

Okey, vamos al punto. Resulta que acá en Ginebra es muy común encontrar eventos en donde uno puede probar vino completamente gratis. Sí. En Ginebra, sí. Sí, acá, donde un cocoroco te cuesta 40 francos, el vino es gratis, sí. Ya, sé que no tiene sentido, pero esta pela no la escribí yo, ¿ya?

Anyway. Regresemos al punto. Vino gratis. En Ginebra.

Ahora, el detalle es el siguiente. En principio, estos eventos tienen como objetivo que uno pruebe mil tipos de vino. Con esto, los asistentes deben tomar lo suficiente como para terminar ligeramente borrachos, como para llegar a pensar que sería una buena idea comprar una botella, de esas que no son gratis. Pero claro, el vino debe ser dado en cantidades justas, de forma que la empresa que organiza el evento no se vaya a la quiebra. Además, el target debe ser aquella persona que tenga pinta de llegar a comprar una botella, y no aquella persona que termine devolviendo el vino al llegar a casa. Al primero, se le da todo lo que quiere. Al segundo, por compromiso nomas. Es una estrategia muy delicada.

Entonces, ¿qué hacer si uno no tiene un real como para comprar una botella, pero aún así quiere probar la mayor cantidad de vino posible? ¿Cómo aprovecharse al máximo de la empresa ingenua, que pensó que lograría hacer algo de dinero? Mis estimados, para esto existe una técnica infalible, llamada: la finta.

Lamentablemente, para llevar a cabo la finta al 100%, es necesario saber un poquito de vino. No es crucial ser un crack, pero sí saber que primero viene el blanco, luego el rosé, de ahí el tinto, y finalmente el dulce. Y ya está. Con esto basta.

Pero, ¿en qué consiste la finta? Elemental, mis estimados. El objetivo es dar a entender a la persona que sirve (llamémosle Pierre) que uno no sabe mucho, pero que está interesado en aprender sobre los distintos tipos de vinos que se ofrecen. Pierre, que no está muy contento con su vida y no tiene esperanzas en el ser humano, pensará que este interés en conocer vinos es realmente un intento de hacerse el papirriqui frente a alguien (que sea esto cierto no tiene nada que ver con lo que les cuento, eh). Afortunadamente, a Pierre no le importa un comino que uno se quiera hacer el papirriqui, y tenderá a servir más vino de lo normal, de forma que el asistente se emborrache, se emocione, y compre más de una botella. Claro, mientras más botellas uno lleve, más oportunidades de hacerse el papirriqui frente a los amigos, ¿no? ¡Tiene sentido!

Bueno, en mi mundo tiene sentido, no joroben.

Ahora, como les dije, hay que dar la impresión que algo se sabe de vinos. Es un asunto muy delicado, y requiere de mucho auto-control. Por ejemplo, llegar a donde Pierre, y decirle: "Hola, acabo de llegar, quiero empezar con algo suave. ¿Qué vino blanco tienes, que sea bueno para el inicio?"

Pierre lo mirará a uno por encima de su nariz, y servirá, qué sé yo, un Chasselas. Sí, ese que sabe a agua, no se preocupen, es el primero, y servirá poquito.

Luego, hay que cambiar. Buscar a Jacques, decirle "Buenas, mira, recién estoy empezando. Escogí un Chasselas para comenzar, y no sé con qué seguir. ¿Qué me recomiendas?"

Es muy importante que Pierre está muy lejos en ese momento. Jacques, que es más buena gente, servirá un Riesling. Y dará un poquito más de lo normal, porque le has caído bien.

Y así. Seguir cambiando, ir donde Marie y conseguir que te sirva un Pinot Blanc, luego otra vez donde Pierre, qué tal Pierre, por qué no me das un Silvaner, hola Amélie, creo que ya es hora de pasar al rosé, uy, un Gamay, qué wena, digo, buena idea, habla Jacques, a los años, ¿me das un poco más del Gamay rosé? Chesu, 'ta que, 'ta weno el Gamay, ¡Pierre! ¿Adónde 'tabas, Pierre? ¿Otro rosé? ¿Cómo se llama? No, ya, no importa, no me woy acordar de todas maneras (hic). ¿Dónde 'ta Jacques? ¡Jacques! Pos ke kieo un po' más d'ese vino wenazo, cha que (hic), cha que (hic), no, mejó un tinto oe, dame un Montepulciano (hic), ese del abuso... Amélie, mira (hic), dame má tinto pe, uno de Bordeaux, pa akodarme de la Oddity, ¿ta ke no konoces a la Oddity? Es una amigaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaza, oe (hic), que venía de... de... (hic).... ¿de ónde venía la Oddity? Ya, no importa (hic), dame el Bordeaux nomá... ¡Aguanta Pierre! ¡No te escapes! Mira, la Oddity venía de... ¡de Bordeaux!!!!! Ahhhhh ja ja ja ja ja.....

Es crucial resignarse y saber que nunca se llega al vino dulce.