jueves, 19 de marzo de 2015

Preguntas Inocentes

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Ustedes saben que me pasan cosas inesperadas en situaciones de lo más inocentes.

Hoy les voy a contar de dos momentos algo extraños, uno ocurrido hace más de diez años, y el otro la semana pasada.

El primero ocurrió en Buenos Aires, estando en la Escuela Giambiagi. En esa época estaba en plena maestría en la PUCP, intentando sacar un paper sobre fábricas de neutrinos, y vamos, estaba sufriendo bastante en sacar resultados coherentes.

En esa escuela conocí a Bernabeu. Él estaba dando una charla sobre neutrinos, y estaba diferenciando los neutrinos de Dirac de los neutrinos de Majorana. Fue entonces que dijo la frase clave: "En el caso de neutrinos de Majorana, las partículas son iguales a las antipartículas." O algo por el estilo.

La cosa es que eso activó un trigger en mi cerebro. En mi intento de reproducir los resultados esperados en las fábricas de neutrinos, yo estaba usando una sección de choque para partículas distinta de aquella para antipartículas. Y si los neutrinos y antineutrinos eran iguales, ¿por qué su sección de choque era diferente?

Me vino la angustia. Tal vez me estaba topando con otro error más en mi programa, y las secciones de choque debían ser iguales. Tal vez todos los resultados que iba a presentar yo al día siguiente estaban mal, y sería apuntado y burlado por el público. Esto, además, seguramente significaría un atraso de dos o tres meses en la tesis de maestría.

Total, un desastre. Debía resolver esto.

Al final de la charla de Bernabeu, levanté la mano y pregunté: "Si los neutrinos y antineutrinos son la misma partícula, ¿por qué tienen secciones de choque distinta?"

Nunca me esperé lo que ocurrió luego. Bernabeu sonrió, y exclamó: "¡Esa pregunta no la hacen los estudiantes, la hacen los profesores!" Vamos, que le había gustado la pregunta. Se emocionó mucho, empezó a explicar detalles de la pregunta, se notaba que estaba contento.

Yo no sabía dónde meterme. La mitad de la sala miraba a Bernabeu, la otra mitad me miraba a mi. O por o menos eso sentía yo. Al final dio la respuesta, y me preguntó si estaba satisfecho. O algo por el estilo.

Luego de unos años, me doy cuenta que, a pesar de que la pregunta no es realmente trivial, tampoco merecía semejante alabanza. La he escuchado en otras escuelas, y los speakers nunca respondieron de esa manera. Pero en esa época no lo sabía, ni conocía a Bernabeu, así que me dejó medio confundido. La cosa es que por lo que quedó del día me sentí el rey de la escuela, aunque nunca supe bien por qué, ya que ni siquiera había entendido la respuesta de Bernabeu.

Y claro, fue así que llegué a Valencia, donde Bernabeu es catedrático, dos años después. Miren ustedes.


La segunda situación ocurrió la semana pasada. Estaba atendiendo la Escuela Latinoamericana del CERN, cerca a Quito, como Discussion Leader. Estaba en la clase de Cosmología, un tema que siempre ha sido complicado para mi.

La profesora estaba explicando las inhomogeneidades del fondo cósmico de microondas. Mostró una métrica, relacionó las inhomogeneidades con perturbaciones a esa métrica, y las clasificó como escalares, vectoriales y tensoriales.

Muy bien. Hasta ahí llegaba mi conocimiento. Lo que seguía debía ser entendido al 100%, ya que los estudiantes podían preguntar sobre el tema, y yo debía ser capaz de dar algún tipo de respuesta. Presté bastante atención.

Y por supuesto, en la siguiente diapositiva no entendí ni un pepino. Las perturbaciones vectoriales y tensoriales habían desaparecido, y había re-escrito las escalares de una forma muy extraña. La cosa pintaba mal, ya que si uno se pierde en una diapositiva, es muy difícil entender las siguientes. Había que preguntar.

Levanté la mano inmediatamente: "Perdón, ¿qué pasó con las perturbaciones vectoriales y tensoriales?"

La profesora me miró, me respondió... y se desmayó.

Genial. Le había dado soroche. La mitad del salón fue a socorrerla, la otra mitad se quedó mirándome, esta vez con una cara de "¿Qué has hecho, insensato?" Yo no sabía donde meterme.

Por suerte no se murió, y todo quedó como una anécdota. Pero más de uno me invitó a asistir a charlas de Correa, a ver si se repetía el efecto. Yo preferí no preguntar más, por lo menos por el resto del día.

Ya les cuento más de la escuela del CERN en un próximo post. ¡Hasta entonces!

lunes, 2 de marzo de 2015

Las Clases de Fotografía

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Bueno, ya. Algún pasatiempo debía tener. Mucho trabajo, mucho rollo de mudanzas y alquileres, ya tocaba divertirse. Era verano, se veía factible trabajar tan sólo ocho horas, así que me iba a meter a algo.

Fue entonces que encontré las clases de fotografía. Y decidí resolver uno de mis traumas.

Permítanme explicar por qué trauma. Hace varios años, asistía a una marcha en Roma. No, no esa marcha que muy bien recuerdan, esta era otra, era una protesta por las medidas económicas tomadas en Europa. La cosa es que llevé mi camarita, y la "documenté". Vamos, que tomé fotos. Esta marcha se caracterizó por la aparición del "Black Block," que básicamente destruyó parte de la ciudad. Llegaron a quemar un auto frente a mi casa. Sí, cosa seria. Y bueno, tomé fotos de todo esto, y las colgué en Facebook.

La cosa es que mis padres vieron las fotos, y nuevamente decidieron que no, que yo no debía haber estudiado física, que debería haberme dedicado a otra cosa. En este caso, arte. En particular, fotografía. Y esa Navidad, me regalaron una cámara semi-profesional.

Entenderán mi trauma cuando de repente la calidad de mis fotos aumentó considerablemente, pero no por habilidad sino porque el modo "auto" era una maravilla. Ya no aparecía nada fuera de foco, nada estaba sub- ni sobre-expuesto, los rostros aparecían cálidos y llenos de vida. La cámara decidía cómo procesar la imagen, de modo que el mundo se viera maravilloso y lleno de colores. Lo único que debía hacer yo era apuntar, y apretar.

Por ende, trauma.

Así que nada, dos años después, me metí a las clases, no necesariamente para volverme un fotógrafo profesional, sino para por lo menos entender por qué las fotos salían tan bien en el modo "auto."

Lamentablemente, la cosa no funcionó tan bien. Ahora, antes que nada, quiero aclarar que la profesora era super chévere, animaba bastante a los alumnos a encontrar su propio estilo, y se notaba que era una profesional de calidad. Sé también que muchos alumnos estaban contentos con ella. Pero yo sé que ustedes no leen este blog para verme hablar bien de nadie, así que vamos al punto.

Básicamente, descubrí que mis padres se equivocaron, y que sí hice bien dedicándome a la física. La clase cubrió los conceptos básicos de la fotografía, pero carecía de las definiciones precisas a las que estaba acostumbrado. ¿Cómo hablar de apertura y velocidad sin hacer analogía a un flujo? ¿Y por qué los valores de apertura básicos variaban como 2.8, 4, 5.6, 8? Tuve que quedarme calculando hasta altas horas de la noche, para descubrir que el asunto es super simple, y que estos valores de apertura están relacionados al diámetro efectivo del lente. Por ende, claro, si lo que importa es el flujo, lo que uno quiere es el área de apertura, y ese diámetro entra elevado al cuadrado. Por ende, estos numeritos mágicos eran simplemente potencias de raíz de dos.

¿Por qué no me dijeron esto desde el principio?

Se notaron que las prioridades eran distintas. Por ejemplo, en el ejercicio de velocidad, yo le tomé fotos a un ventilador. Y claro, había descubierto que un ventilador gira a unas 1200 revoluciones por minuto, por lo cual daría 20 vueltas en un segundo. ¡Genial! Si tomaba la foto con una velocidad menos a 1/20 segundos, el ventilador se vería completamente borroso. Luego, al aumentar la velocidad, se esperaría que aparecieran estructuras, manchas más, o menos, oscuras. Y efectivamente, cuando tomé la foto con velocidades de 1/30 y 1/60 segundos, se veían claramente estructuras consistentes con que el aspa del ventilador diera dos tercios, o un tercio de vuelta.

Pero a la profesora no le pareció muy interesante, ni me dio tiempo de explicar lo de las estructuras.


En otra clase, se mencionó el histograma. Mencionó que el histograma nos daba una medida de las once zonas de grises. Me pareció genial, pero tenía una duda:

- ¿Qué representa el eje Y?
- ¿Qué eje Y?
- El del histograma. Tenemos un eje X, horizontal, que nos indica las once zonas.
- Ajá.
- Y entonces, el eje Y, vertical, ¿qué representa?
- ...
- ...
- La verdad, nunca me había puesto a pensar en eso.

Casi me tiro por la ventana.

Luego de cranear un rato, razoné, okey, un histograma representa la cantidad de veces que algo se repite dentro de una serie de categorías. Ya. Las categorías son las once zonas grises. Ya. ¿Y qué se repite? ¿Cantidad de qué? ¿De qué? ¿De quéeeeeee?

Llegó entonces el momento de la iluminación. ¡PIXELS! ¡Tenía que ser eso! El histograma representaba la cantidad de pixels del sensor que se encontraban en una u otra zona de grises. Pensé levantarme y detener la clase para explicarlo, pero ya habían empezado a hablar de otra cosa, y me dio roche.

No les contaré sobre mi presentación final, se los dejo a su imaginación. Pero una que otra foto me salió bien, vamos, se las pongo abajo. La versión grande sale cuando cliquean en la foto. ¡Hasta la próxima!