domingo, 19 de julio de 2009

Una Noche de Gileo Polaco

Gilear en Perú se define más o menos como "el arte de enamorar a alguien." Esto puede tener varios niveles, así que una definición más transparente podría ser "buscar que ocurra algo con otra persona."

Anyway, llevo ya cuatro días en Cracovia, estoy participando en una conferencia en física de altas energías de la European Physical Society. La conferencia está muy interesante, y la ciudad está preciosa. Ahora, lo conveniente de esta conferencia es que tiene un fin de semana de por medio, con el domingo libre para ir de excursión. Esto también significa que la noche del sábado es una noche libre, es decir, una noche donde no hay necesidad de levantarse muy temprano al día siguiente.
O sea, que la conferencia incluye una noche perfecta pa' el gileo polaco. Eso quieres decir, ¿no?

La verdad es que ese sábado tenía muchas ganas de salir de fiesta. Di mi charla el jueves, y la verdad es que no había celebrado apropiadamente. Además, ese día había ido a Auschwitz, y necesitaba descargarme un poco de las cosas que había visto ese día.
Sí, sí, échale la culpa a Auschwitz.

El plan era básico. Nos íbamos a juntar todos en el centro, cenar, y luego ver qué encontrábamos. Éramos 10, había cuatro italianos, cuatro españoles, un iraní y yo. Cenamos en un restaurante mexicano, donde lo único mexicano que había eran las enchiladas (tengo entendido que las fajitas son realmente Tex-Mex, ¿no?). Luego de esto, la idea era ir a un bar donde tocaban jazz. Chévere.
Y luego... ¡parrandear!

Encontramos el bar cerrado, así que decidimos cambiar de sitio. Encontramos una discoteca donde el ingreso era gratuito, y al subir notamos que estaba bastante bien. En particular, había muchas chicas solas, que era un requisito indispensable. Éramos diez, pero todos físicos, lo que implicaba una reducción notable en el número de mujeres que nos acompañaban. De los diez, sólo había dos chicas.
Como siempre, por ese lado muy mala elección de carrera, eh.

Empezamos a ubicarnos en la discoteca, intercambiando un par de miradas interesantes, cuando en eso llegó Neus a avisarnos que no habían dejado entrar a dos de los italianos. Uno porque tenía shorts, y el otro por no se qué otra estupidez. Había que dejar el local.
¡Rayos! Mala suerte. Pero no hay que desanimarse, ¡la noche es joven!

El segundo local fue locazo. Era una pizzería abandonada por fuera, pero al entrar encontramos unas escaleras que nos llevaron al sótano, donde había... un harem.
Órale.

En serio, era un sitio indio, donde todas las meseras estaban disfrazadas de bailarinas del vientre. Genial. Tenía una pista de baile pequeña, y nuevamente había chicas bailando solas. No obstante, no duró mucho el asunto. A la gente le gustó el sitio, pero para entonces ya varios estaban cansados, y ya no querían bailar. Pasó un rato y la gente fugó.
¡Traidores!

Salí con ellos, total, tenía ganas de bailar, pero tampoco me emocionaba mucho la idea de quedarme solo allí. Pensé que la noche se había acabado, cuando en eso el Tito, Ricardo, Giulio y Salva me dijeron que se desacoplaban del resto y que iban a subir a la primera discoteca donde habíamos estado. Espectacular. Me fui con ellos.
¡A bailar!

Lamentablemente el sitio ya no estaba tan bien como antes. La gente había fugado, y no había chicas solas. Nos quedamos ahí diez minutos, y escapamos.
Esto está empezando a volverse tedioso, eh....

Luego de no poder entrar a una tercera discoteca (aparentemente era polacos-only), entramos por una puertita pequeña donde encontramos una escalera. Descendimos varios metros... y lo vimos. Un antro.
Órale.

Bueno, bueno, tanto así como un antro no era. Pero la gente tenía muy claro qué era lo que se iba a hacer allí. Ligar en one, con la primera que te diera bola. Esto no me convenció mucho, la verdad es que la forma en que esto ocurría era medio rara y desistí intentar bailar (no puedo bailar con alguien si no me mira a los ojos). Haría algo más old-fashioned, digamos, e iba a intentar conocer a alguien en la barra.
Siempre siguiendo el camino difícil... 'cha mare, esta noche va a ser aburrida...

Me pedí una Sprite, la verdad es que ya había tomado suficiente alcohol para esa noche. Me quedé mirando por ahí, y no vi nada. Así que me quedé apoyado sobre la barra, mirando el infinito.
Realmente eres old-fashioned, ¿no?

En eso, aparecieron dos chicas, y se veían estresadas. Las perseguía un chico grande, e inmediatamente me di cuenta la razón por la cual estaban estresadas. El chico no las dejaba en paz. Observé el espectáculo por unos minutos, y me reí bastante. Las chicas se dieron cuenta que las estaba observando, y empezaron a reírse también. Excelente, se había producido una conexión.
No me lo puedo creer, esto es contra todo pronóstico...

Cuando el pata las dejó respirar, me acerqué y empecé a conversarles. Claro, primero preguntándoles si sabían inglés. Les comenté lo gracioso de la situación con el chico este, y ellas respondieron que sí, que era un amigo de ellas, pero que estaba loco. La conversación luego siguió un camino similar a este:
- ¡Realmente se les ve estresadas!
- Si, lo estamos.
- Pues hay dos soluciones fáciles. Una es ir a la derecha (apunté a la pista de baile), y la otra es ir a la izquierda (apunté al bar).
¿Y a ti cuándo se te ocurren estas cosas?

Ellas se rieron. Dijeron que acababan de bailar, y que estaban un poco cansadas. Yo respondí entonces que la solución era muy fácil, y volví a apuntar a la izquierda. Ellas se rieron otra vez, y accedieron.
¡Maestro! ¡Eres un maestrooooooo!

Les pregunté qué querían. Luego de enterarme que en Polonia no existen los mojitos, ellas dijeron "¡Vodka!."
Por supuesto.
Mira en la que te has metido, a ver, a ver, ¿qué haces?

A mi no me gusta mucho el vodka, pero anyway, no había marcha atrás. Tres vodkas, por favor. Me dieron tres shots que parecían seis, y un vaso de jugo de naranja. Adelante. La chica alta empezó: púm. La chica baja le siguió: púm. Mi turno... púm.
Y milagrosamente lo que no hizo púm luego fue tu cabeza chocando contra el piso.

La conversación mejoró. En eso vi que la chica baja estaba bailando en su sitio, y al escuchar la música noté que era una versión tecno de Químbara. Bueno, si, medio chocante, pero era lo más cercano a mi terreno, si el 95% de las chicas por o general se burlan de mi luego de bailar, podría darse que estas dos se unan a ese pequeño 5% con esta canción. Dijeron que sí.
¡No way! ¡Grande, grandeeeeeee!

Entramos a la pista de baile. La chica baja primero, luego yo, y la alta detrás. La cosa se veía bien. Pero en eso, un pobre estúpido levantó los brazos y le dio un manotazo en la cara a la chica baja, probablemente clavándole el lente de contacto en medio de la retina. Dejamos de bailar.
¡'Cha mareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!

Las chicas escaparon al baño. Maldición. Tenía dos opciones: o me olvidaba de ellas y me buscaba alguien más con quién bailar, o me quedaba en la puerta del baño a ver cómo estaba la chica baja. Opté por la segunda opción.
¿Oe qué? ¿Qué estás haciendo, imbécil?

Luego de como diez minutos esperando, salieron las chicas. La situación no estaba muy bien, pero la chica baja viviría. No obstante, ya no querían saber nada sobre bailar, y me propusieron ir a conversar.
¿Ves? ¿Ves?

Pos na'. Me quedé el resto de la noche subiéndole el ánimo a la chica baja, haciendo chistes de piratas y demás. Sí, yo siempre con el comentario justo. Pero terminó aburrido el asunto. No por culpa de ellas, ni mía, sino que la situación ya se había vuelto medio forzada. El momento de bailar había sido perfecto, y fue arruinado por el estúpido boxeador. Y la verdad era que me sentía medio mal dejándolas solas (y tuertas, bueno, por lo menos una) y buscando a alguien más con quien bailar.
Y no sólo eso, sino que luego cuentas tu fracaso. Grande, eh.

Salí de la discoteca con las chicas a las 5:15 am. Ellas se iban a la izquierda, y yo a la derecha. Dijeron que fue un placer conocerme, y yo les deseé que tengan un buen viaje a Bulgaria (habíamos tenido que forzar mucho la conversación, como entenderán). Llegué a casa casi a las 6 am, derrotado, porque ni siquiera había logrado convencerlas que me hicieran un city-tour en algún momento de lo que quedaba de la semana. 'Cha mare.
'Cha mare.

Anyway, no sé qué les habrá pasado al resto, al salir ya no los vi. Pero tendré que inventarme una historia ahora que los veo en la tarde, porque esto, la verdad, queda muy triste.
Aunque aquí todos sabemos que al final les contarás la verdad... ¡idiota!

domingo, 12 de julio de 2009

Tribulaciones de unos Japoneses en Valencia

Estas dos historias que contaré no me pasaron a mí directamente, pero sí estuve involucrado en ellas. Son protagonizadas por un colaborador mío en Valencia, japonés, llamado Takashi. Sí, el mismo con quien fui a Padova la última vez. También involucran a su esposa Yoko, que vive en Valencia con él. Takashi no habla ni una pizca de español (okey, okey, seamos justos, sabe pedir el café), mientras que Yoko lo habla bastante bien. Ahora, en emergencias, por lo general Yoko decide no arriesgarse, y conseguir a alguien que hable español de forma más fluida.

Y esa persona a veces soy yo.

La primera emergencia por la que pasaron estos dos ocurrió el año pasado. Recuerdo estar viendo Wall-E con Alberto y Paola, cuando de repente recibí una llamada de Takashi. En inglés, me explicó que tenían una gotera en su casa (estaba lloviendo terriblemente), y no sabían qué hacer. Me dijo también que había tratado de conseguir ayuda con los vecinos, y que no había nadie más. Yo le dije que lo sentía mucho, pero que era domingo, y era imposible que consiguieran a alguien en Valencia para arreglar el problema. No había mucho más que hacer, así que colgamos.

Dos minutos después, la lluvia empeoró, y eventualmente Takashi me volvió a llamar. En el fondo, escuché el ruido de agua chorreando libremente, como si fuera una ducha. Órale. Takashi me dijo que tenían como tres baldes llenándose de agua, y que los tenían que cambiar cada cinco minutos. La verdad es que no sabía realmente qué decirle, pero en eso él me contó que había conseguido un número de teléfono de "emergencias domésticas," al cual se podía llamar para resolver esto. La verdad es que me sorprendí mucho, no sabía la existencia de semejante servicio en España. Me pidió que los llamara, por los motivos que ya expliqué antes. Así que le dije que lo haría.

Al colgar y ver el número que me había dado, me di cuenta que este número me era muy familiar. Me di cuenta entonces que Takashi me había dejado el número de "Emergencias," sí, ese número al cual llamas para decir que tu casa se incendia, que te has roto la pierna mientras le hacías maromas a tu perro, que un asesino semidesnudo te persigue con una motosierra... no para anunciar que tienes goteras en la casa. Obviamente era crucial presentar la situación de una forma más… dramática. Pensé unos momentos, y llamé.

La señora que me contestó fue bastante amable. Le dije que no sabía si realmente debía llamar a ese número, pero que no sabía a quién más llamar. Le conté de mi amigo japonés que no habla español y de sus goteras, pero hice énfasis en que tenía goteras a pesar que había otro piso encima suyo. Esto realmente podría ser urgente, si el chico tenía goteras, podría deberse a que el piso de encima estaba inundado. Y como los vecinos no estaban, el piso podría estar peligrosamente inundado, con riesgo a provocar cortocircuitos e incendios, sin que nadie se diera cuenta. Así que convertí las goteras en una inundación cataclísmica. 'Cha que debería escribir novelas mexicanas, ¿no?

Anyway, asunto arreglado. La señorita dijo que mandaría a alguien. Yo me tranquilicé, y seguí con Wall-E.

Dos minutos después, recibí otra llamada. Fue más o menos así:

- ¿Sí?
- ¡Buenas noches! Habla con la compañía de bomberos.
- ¡Ah! ¡Buenas noches!
- …
- …
- …
- …
- Bueno, ¿qué le ocurre?
- ¡Ah! ¡Sí! Llamé a Emergencias debido a (acá va la historia otra vez)
- Pero, ¿está Ud en el lugar del incidente?
- No, no, el chico me ha llamado porque no habla español, yo estoy en otro sitio.
- ¿No habla español?
- No.
- ¡Hombreee! ¡Entonces no nos vamos a entender!
- …
- Bueno, bueno, llamaré a su amigo y veremos…

Regresé a Wall-E. Pero por alguna razón no podían pasar más de dos minutos sin ser interrumpido por el teléfono. El Sr Bombero otra vez.

- ¿Si?
- ¡Buenas noches! Le habla el cuerpo de bomberos nuevamente.
- Buenas noches, ¿necesita algo más?
- Quería preguntarle sobre el piso de su amigo. ¿Sabe en que planta se encuentra?
- Hmmm… Me parece que es segunda… o tercera…
- ¿Y da a la calle?
- Sí, me parece que sí.
- ¿Y cree Ud que podríamos entrar por la ventana, Ud sabe, con nuestras escaleras?

En ese momento me imaginé al camión de bomberos irrumpiendo a toda velocidad en la calle Don Juan de Austria, con sirenas y todo, deteniéndose y desplegando su escalera, para que luego un bombero gigantesco provisto de un hacha épica la trepe y destruya la ventana, lanzándose dentro del piso de unos espantados Takashi y Yoko.... para resolver una gotera.

- Pues yo creo que sí sería posible, sí.
- Excelente, muchas gracias.

El desenlace fue menos espectacular de lo que imaginé. Takashi me contó que llegaron los bomberos, vieron las goteras, tocaron el techo con el dedo, y concluyeron: "Esto no se cae."
Luego se despidieron, sonrieron, y les instruyeron: "Si se cae nos llaman, ¿vale?"

Y ya está. Bomberos profesionales españoles en acción. No sé qué pasó con las goteras, pero definitivamente el servicio de emergencias no lo solucionó.



La segunda emergencia de estos dos es menos espectacular, pero algo más seria. Ocurrió hace dos semanas, mientras yo preparaba mi cena. Eran cerca de las 11:00 pm, cuando recibí una llamada de Takashi. Al contestar, me contó que Yoko estaba enferma, que tenía dolor de barriga, y que necesitaba ir al hospital. Él no la podía llevar, ya que se encontraba todavía en la universidad, en Burjassot (recuerden por favor que estábamos cerca de las 11:00 pm). Así que me pidió que la recogiera y la llevara a la clínica.

La verdad es que no le di mucha seriedad al asunto. Vamos, ¡un dolor de barriga! ¿Quién va a tomar eso en serio? Pero luego, al llegar a su casa y ver a la pobre Yoko con cara de pasa, con un dolor tan intenso que no podía caminar sin ayuda, y más blanca que turista inglés, pues le di un poco más de importancia al asunto.

En la clínica, Yoko terminó abandonada por los doctores en una camilla, por más o menos media hora. En ese intervalo de tiempo llegó Takashi, con una cara de preocupación digna de todo un japonés.

Luego que Takashi llegara a la clínica, consideré irme. Después de todo, no tenía mucho sentido que estuviera yo allí. Yoko hablaba español, y aunque estaba débil, podía hablar sin problemas. ¡Hasta bromeaba! Yo, por mi lado, tenía un pastel de choclo en plena preparación, y me olía que mis compañeros de piso no iban a estar muy contentos por el campo de batalla que había dejado en la cocina. No obstante, un intercambio de palabras con Yoko me convenció rápidamente de quedarme. Yoko, en su agonía, miró a Takashi y le dijo “cosita.” Luego me miró a mí y me dijo “me duele.”

Entenderán que mi escándalo no pudo ser mayor. ¡A Yoko le dolía la cosita! Estaba a punto de llamar a los bomberos. Luego entendí qué estaba pasando: “cosita” realmente era japonés, estaba diciendo algo como “kushi itai,” que significa “me duele la espalda.” Okey. Tenía que quedarme. Una cosa es que este malentendido ocurra conmigo, y otra es que ocurra con los doctores. ¿Quién sabe qué le podría pasar? ¡No quiero ni imaginarlo!

Anyway, después de media hora los doctores se dignaron en mostrar la nariz. El intercambio fue lamentable.

- ¿Qué tienes?
- Me duele la barriga.
- Hmm…. ¿Qué has comido hoy?
- Nada, no he comido nada en todo el día.
- ¡Doh!
- …
- …
- …
- ¿Estás embarazada?
- No.
- ¡Doh!
- …
- ¿Has tomado algún medicamento esta semana?
- No.
- ¡Doh!
- …
- Pues no sé que tienes. Te haré unas pruebas, ¿vale?

Brutal el cuestionario. ¡Tan detallado! Se notaba que estos doctores eran arduos seguidores de ER, Dr House, Gray’s Anatomy o uno de esos.

Luego de varios tests, lo único que lograron decirle a Yoko es que no tenía hepatitis. Eso fue lamentable también. Yoko no entendía, así que el doctor se lo quiso decir en inglés. Le quería decir que no tenía el hígado inflamado, pero no sabía cómo traducir “inflamado.” Yo le sugería que usara “swollen,” pero no me hizo mucho caso. Al final llamó a otro doctor.

- Dile que no tiene el hígado inflamado.
- Your liver is fine.

Genial. Ahora el objetivo era lograr que los doctores se entendieran entre sí. ¡Tan profesionales como los bomberos! ¡Seguro que salen de parranda juntos!

Dos semanas después, Yoko aún no sabe qué tuvo. La internaron dos noches en la clínica, le hicieron mil pruebas… y lo único que le sacaron fueron 14 euros de alquiler del control remoto de la televisión. Además de los dos litros de sangre en tests sin sentido. ¡Y todo esto en una clínica privada! Por suerte para ellos, en un par de meses regresan a Japón, y podrán revisarla apropiadamente allá.

Es curioso cómo cada físico tiene miles de aventuras al moverse de un lugar al otro. Algunas trágicas, pero la mayoría no. Hacen que uno se sienta de alguna forma acompañado dentro de su pequeño vacío metaestable, al entender que existen otras personas en situaciones similares, adaptándose a nuevos mundos, teniendo experiencias únicas… pero eventualmente asentándose en algún sitio y teniendo finalmente una vida tranquila. A Takashi y Yoko les llegará muy pronto el momento de regresar, y la verdad es que se les va a extrañar por aquí.

Gambatte, Shimomura-sempai! Gambatte, Yoko-douno! Matta ashita!