sábado, 16 de enero de 2010

Los Viajes Cortos


Los viajes a Perú siempre se vuelven demasiado cortos. No obstante, a pesar que el tiempo pasa volando, siempre ocurren cosas que le dan a uno qué contar.

Para empezar, este año casi no llego. Inicialmente, mi pasaje era de AirComet... y los que han estado al tanto de las noticias ya saben qué pasó con AirComet. El pasaje lo compré en Marzo del 2009, a través de una agencia de viajes, y tenía como itinerario Valencia - Madrid - Lima.

En Julio, la agencia se contactó conmigo por un cambio en el horario del vuelo. Sin roches. No obstante, en Setiembre, ocurrió otro cambio, esta vez en el itinerario. Ahora sería Valencia - Barcelona - Madrid - Lima. Me pareció una locura, así que busqué pasajes nuevamente. No quería que en Noviembre me lo cambiaran a Valencia - Barcelona - Roma - Amsterdam - París - Nueva York - Madrid - Caracas - Buenos Aires - Lima, no way.

Por suerte, encontré lo que buscaba. No sólo hubieron pasajes en la porca Iberia, sino que eran más baratos. Y además, la vuelta sería con LAN, así que por lo menos la vuelta sería cómoda y con buen trato con toda seguridad. Entonces chévere, cambié el vuelo. Me hicieron un recargo por la cancelación, pero como el nuevo vuelo estaba más barato, al final terminé ganando un poco de plata. Genial.

Más genial me pareció cuando el día que viajé, recibí un mensaje de Felip preguntándome si mi vuelo era de AirComet. Yo le dije que no, que lo había cambiado, y el me comentó que AirComet había quebrado ese mismo día.

Uf.
Recontra uf.

Así que llegué a Lima, sin roche alguno. Todavía no puedo creer mi suerte.

El día que escribo esto me quedan como seis días más en Lima. Y luego de estas vacaciones, necesito nuevas vacaciones. Sí, en Año Nuevo he marmoteado en la playa como nunca, pero los desayunos, cafés, almuerzos, lonches, reuniones de chamba, juergas, cenas, escrituras de tesis, salidas al cine y sesiones de vicio en red me han sacado la mugre. No me tomen mal, nunca cambiaría todo esto... pero dormir cinco horas diarias por todo un mes al final lo desgastan a uno pues.

En este tiempo han habido pocas anécdotas... pero hay dos que les quiero contar. Las dos involucrando a mi madre. Madre querida, sé que estás leyendo esto, pero no te resientas ¿ya?

La primera ocurrió en Navidad. El día de Navidad mi madre invita a muchos amigos suyos a pasar la tarde en mi casa. Esto hace varios años empezó con la invitación de un par de amigos, pero ahora es el Evento Social Limeño de Diciembre: Christmas at Lupe's.

Y bueno, ese día estaba conversando con una tía, creo, cuando en eso apareció mi madre y me dijo "¡Mira quién está aquí! ¡Es Auki!"

Momento de contextualización: En 1996, yo estaba en cuarto de secundaria, y debía invitar a alguien a mi fiesta de Pre-Prom. Después que dos amigas rechazaran mi invitación a la fiesta, acepté la sugerencia de mi madre de invitar a la hija de un amigo de ella: Auki. Ella aceptó... pero en la fiesta se fue con la persona que menos tragaba yo de toda mi promoción. Porca miseria.

Por supuesto, no volví a saber nada de esta chica... hasta esta Navidad, trece años después. Sí, trece años, estoy viejo, ¿ya? Evidentemente, luego de trece años, superé el trauma psicológico, pero cuando mi madre dijo que esta chica estaba en mi casa esa Navidad... pues sentí algo muuuuuuy en el fondo gritando "¡Alguien páseme un Alka-Seltzer!"

Afortunadamente logré calmar las turbulencias internas en esos cinco segundos que me tomó caminar hacia ella, y en vez de empujarla a la piscina (ah, sí, ahora tengo piscina) le sonreí y le pregunté cómo estaba.

No sé por qué mi madre hace estas cosas. Mínimo me avisa un día antes, ¿no?

Otra anécdota curiosa ocurrió con una amiga suya, Peki. Esta amiga de mi madre es bastante chévere, me da la impresión que es un apoyo muy importante para ella ahora que mi hermano y yo ya no estamos en casa. Anyway, Peki nos invitó a almorzar a su casa, en teoría para que yo conociera a su hija y nos hicieramos patazas y salieramos todos lo días y compartamos confidencias y ellas puedan seguir jugando a la casita. O algo así. Me pareció curioso, ya que nunca antes me había invitado a almorzar.

El almuerzo salió bien, la comida buenaza, la hija simpática... pero hubo un momento que Peki se puso muy seria. Me miró, y me dijo: ¿Sabes lo bonito que es cuando tu hijo te invita a pasar una temporada con él?

Okeeeeeeeeeeeeey.....

Encontré la pieza final del rompecabezas. El hijo de Peki, que vive en Italia, la invitó a pasar mes y medio con él en Milán. Aparentemente la pasaron muy bien, y parecía que ahora las amigas habían entrado en complicidad para convencerme que yo hiciera lo mismo en Valencia.

Mes y medio... con mi madre... en Valencia... Right.
Para aquellos que no entienden por qué esto no sería una buena idea, les recomiendo leer la anécdota anterior, en este mismo post.

Mamá, mamá, te quiero mucho, ¡no te resientas!

Al final, tengo entendido que fue un tema que salió espontáneamente... pero el roche de estar ahí, sentado, callado, teniendo a las dos señoras mirándome con insistencia (la hija ya había fugado), esperando a que yo dijera algo como "¡Tienen razón! ¿Cómo no lo pensé antes?".... ese roche no me lo quita nadie...

Pero no piensen mal. Estas son anécdotas eh, al final la paso bien con mi mamá... pero por supuesto, ¡eso no me impide tener cosas qué contar!

Ok. Termino aquí el post. Me quedan seis días, y los debo aprovechar al 100%.

Nos vemos en Febrero.