lunes, 28 de enero de 2013

Dakar Espiritual

Seguramente muchos de ustedes habrán escuchado del legendario Paris - Dakar. No, no me refiero a la ruta de bares en Santiago de Compostela, sino al rally. Pues bien, resulta que debido a rollos en Mauritania, hace un par de años el rally se ha estado llevando a cabo en Sudamérica. Y evidentemente, al pasar por Perú este año, había que ir.

Por supuesto, el grupo ideal para ir a ver el Dakar era el de JD y su pandilla. En el pasado había ido con él varias veces a ver las carreras de los Caminos del Inca, así que sabía que, además del buen rollo de siempre, tendrían también información precisa sobre el mejor sitio pa ver la carrera.

Empezamos dirigiéndonos a Pisco (y con esto me refiero a la ciudad que le dio nombre al destilado, y no al revés, eh), en donde dormimos. Al día siguiente, el plan era levantarse temprano, dirigirnos a Pozo Santo, y ahí encontrarnos con un amigo de JD que conocía bien la zona.

En Pozo Santo, luego de esperar un rato, escuchamos un claxon. Al darnos la vuelta, vimos una caravana de cinco o seis carros, y JD reconoció a su amigo en uno de ellos. ¡Chévere! Nos trepamos a nuestros carros, y seguimos la caravana.

Luego de unos 15 minutos de estar trepando dunas por el desierto de Pozo Santo, nos detuvimos en la cima de una duna. Al bajar de los carros, empezamos a estudiar la zona mientras JD iba a saludar a su amigo. Era perfecto, estábamos en un punto ideal para ver los carros pasar. Bacán.

En eso, regresó JD con una sonrisa en la cara. Aparentemente, el tipo que le tocó el claxon no era su amigo. ¡Habíamos estado siguiendo a un desconocido! ¡Y ahora estábamos en medio del desierto con ellos! Pero bueno, tuvimos suerte, y esta gente no nos asaltó ni violó ni mató para vender nuestros órganos. Al final, el lugar donde estuvimos fue perfecto, y pudimos ver bastante bien las cuatrimotos, motos, carros y camiones.

Ahora bien, durante el día, Mara (a quien ya han visto en la última foto de este post) dijo que ja ja, qué gracioso lo de los desconocidos que nos guiaron a ese sitio, que era como para ponerlo en el blog. Yo la miré, y vi con decepción que ella no había comprendido nada. No había entendido que este blog tiene cierto estándar pe. Que no voy a meter cualquier historia simplemente pa cumplir con mi compromiso de escribir al menos una vez al mes. Que si cuento una historia, esta debe tener cierto tinte de fracaso, de desastre, de conflicto, que amerite el ser publicada. Y la verdad, nos había salido todo bien, así que no, lo siento Mara, esta historia no va al blog... a menos que ocurra un desastre, claro.

Ahora, cuando le respondí esto a Mara (de una forma mucho menos arrogante, claro está), no tomé en cuenta que esta chica es medio bruja. No les contaré sus historias, pero digamos que las leyes de la física a veces son puestas en duda cuando ella está presente. Y bueno, parece que en su subconsciente ella quería que la historia apareciera en este blog, con ella de protagonista, de modo que (probablemente sin quererlo) invocó algún espíritu maligno que nos persiguió desde entonces, de forma que ocurriera algún desastre.

El primer indicio de la maldición fue sutil, los espíritus malignos generaron un tráfico brutal de vuelta a Pisco, con el fin de matarnos del cansancio y deshidratación. Lo que no contaron los espíritus fue que andábamos con JD, quien apenas vio el tráfico metió su camioneta por el desierto nuevamente, y avanzó sin dificultades.

Los espíritus se deben haber frustrado, por lo cual cambiaron de táctica: poseyeron a Gallo, el esposo de Mara. Supongo que, al estar Gallo constantemente expuesto a los espíritus de Mara, estos lo usan de vez en cuando como medio para cometer sus fechorías. A decir verdad, creo que esto explica perfectamente la personalidad de Gallo.

Anyway, esta vez los espíritus malignos poseyeron a Gallo, quien debía preparar la cena. No sé cómo lo hizo sin que nos diéramos cuenta, pero, al preparar los fideos, el poseído Gallo añadió algo similar a cemento dentro de la olla, de forma que los fideos salieron más tiesos que efecto de afrodisíaco selvático. Salió una cosa incomestible, que ni siquiera el perro que cuidaba la casa quiso comer (y noten que hablamos de un rottweiler con fauces cuasi-metálicas, eh). Anyway, muchos nos dimos cuenta entonces de las malvadas intenciones de los espíritus y decidimos ayunar, dejando a Gallo comiendo su propia obra.

Al día siguiente, para evitar cualquier maniobra nefasta de los espíritus malignos, salimos a las 4:00 am hacia el desierto de Ica. Allá, debíamos encontrar al amigo de JD, quien esta vez sí nos guiaría a la zona donde veríamos a los carros pasar.


Nunca se nos hubiera ocurrido que los espíritus malignos poseerían al amigo de JD, quien nos llevó por una ruta intransitable. La subida fue bastante difícil, y dos de nuestros carros no pudieron con la duna.

No obstante, los espíritus malignos no se quedaron contentos con que no pudiéramos subir. No señor. Fueron tan, pero tan malignos, que empujaron uno de nuestros carros, causando que se vuelque y ruede unas tres veces. Afortunadamente no le pasó nada a ninguna de las siete personas que iban en ese carro (sí, fue maleado), pero el vehículo en sí quedó recontra quiñado. Fue imposible seguir adelante, y luego de un par de horas de reparaciones en medio del desierto, regresamos a Pisco.

Así que ¡okey, pues! ¡La historia va al blog, carambas! Pero tengan por seguro que la próxima vez que vea a Mara, llevaré una crucecita, o por lo menos un Scroll of Dismissal, no vaya a ser que quiera meter alguna otra historia por acá.

Malditos espíritus chocarreros, caray.