domingo, 11 de octubre de 2009

Aventuras en Madrid, Parte 2


Yo siempre he dicho que en este mundo no existen las coincidencias, y que solamente está lo inevitable (ustedes pueden analizar luego lo que quiero decir con inevitable). No obstante, cuando uno se sienta a analizar cómo se dieron las circunstancias que llevaron a cierto evento, a veces no puede dejar de maravillarse por el poder de la coincidencia. Este viaje a Madrid para mí era inevitable, pero cómo se llevó a cabo parece ser cuestión de muchas coincidencias.

Empecemos. Era Agosto, estaba mudándome al IFIC por ese mes, cuando vi una carta en mi buzón. Al tomarla, vi que era del Ministerio de Educación de España, o alguna organización similar, ya no recuerdo bien. La carta decía que finalmente mi título peruano de físico había sido homologado, y que debía ir a Madrid para recoger la homologación.

La verdad, me fue algo difícil creer esto. La homologación la había empezado yo hacía un año atrás, y todo el mundo sabe que estas cosas duran mínimo dos años. Llamé a Madrid a sacar cita, y de paso asegurarme que no había ningún error. Y no, aparentemente todo bien.

Yo tenía pensado hacer un viaje de ida y vuelta, ya que Madrid no me había gustado tanto la última vez que fui. Si, si, no está mal, pero ir otra vez allá a visitar El Prado, o caminar por el Retiro, no me llamaba mucho la atención. Especialmente yendo sólo. Esa tarde, en el IFIC, fui a visitar a Esther en su oficina, y mientras hablábamos de una u otra cosa, vi en su calendario que tenía apuntado un viaje a Madrid justamente en el fin de semana que iba a ir yo.

Así que era inevitable. No sería un viaje de ida y vuelta, me iría todo el fin de semana, recogería mi homologación el viernes y saldría de fiesta con Esther y sus amigos por el resto del fin de semana. Chévere.

Luego me llegó un mensaje de Paco. Tenía finalmente vacaciones luego de estar chambeando por cinco años en Alemania, y quería visitar España. Quería venir a Valencia, y me propuso ir luego a Madrid. Yo le dije que estaba recontra bienvenido en Valencia, pero como me iba a Madrid el fin de semana siguiente, no me interesaba mucho acompañarlo. Luego de unos días de silencio, me volvió a escribir: se venía a Madrid ese mismo fin de semana, con un postdoc alemán. Excelente.

Un par de días después, me escribió Carolina, contándome que vendría a España, de Brasil, por unas semanas. Dani, su esposo, tenía un congreso o algo en Portugal, y luego se la pasarían viajando en España. Cuando le conté que me encontraría con Paco en Madrid, fue inevitable: ellos adaptarían sus planes para encontrarnos en Madrid ese mismo fin de semana. Genial.

Ahora, esta conversación se dio por Facebook, así que la mitad de la especie humana se enteró. Entre ellos, se enteró Bruno, quien acababa de llegar a París para un master. Fue inevitable: Bruno nos encontraría en Madrid ese fin de semana. No sólo eso, sino que le pasaría la voz a Marianella, que acababa de mudarse a Barcelona, para que se viniera también. Espectacular.

Y finalmente, coordinamos con Mariella, quien vive en Madrid. Inevitable. Y épico.

La gente llegó de a pocos, así que la primera noche, luego de unos montaditos con Paco y Mariella (el montadito es comida, ¡no sean malpensados!), salí con Esther y sus amigos. Y ahí ocurrió. Estuve a cinco segundos de tener mi primera pelea en una discoteca.

Fue con un amigo de Esther. Bueno, técnicamente, un amigo de un amigo. Era un gallego con quien terminé conversando al final de la noche, quien resultó ser una pobre excusa de ser humano. La conversación no tuvo mucho de particular, cuando en eso él dijo algo como "América es una extensión de Europa."

A pesar que mucha gente hubiera cambiado el tema inmediatamente, pequé de ingenuo y traté de aclarar lo que quería decir con eso. Craso error. Según este ser, América Latina era una especie de espejo roto de Europa, que todo lo que éramos lo habíamos recibido de Europa. Elevó a Europa por los cielos de una forma desmedida.

Yo quise que bajara de las nubes, y le recordé que Europa no es lo mejor de lo mejor, que junto con EEUU ha propiciado en el pasado muchos conflictos en América Latina para su beneficio. Le recordé la explotación de los nativos, y que todo el oro, plata (etc) robado había salvado a España de una bancarrota gigantesca, y ayudado muchísimo a la economía europea. Que lo que Europa es ahora se debe en gran parte al abuso que en alguna época ha habido de naciones en África y América.

Me respondió que no. Que todo ese dinero había parado en la mano de unos cuatro banqueros que se habían vuelto ricos. Que Europa había salido adelante por su cuenta. Que la única gran contribución latinoamericana a Europa había sido la papa, que los había salvado del hambre.

Yo no sé cómo logré conversar con esta pobre excusa de ser humano por tanto tiempo. Menos aún sé por qué tuve una conversación de política en una discoteca. Anyway, entre las cosas que dijo, rescato las joyas más grandes:

- Con respecto a la venta de armas, dijo que el vendedor no tenía ninguna responsabilidad en los conflictos. Que eran los asesinos africanos que se mataban entre si los únicos responsables de todas las cosas horribles que ocurren en África.

- Siguiendo con África, argumentó que la mejor época en la historia de este continente ha sido la época colonial. Que antes de esa época, los africanos estaban en un estado de salvajismo absoluto. Y que ahora están mal porque no están los europeos para poner orden.

- Negó la esclavitud. Dijo que todos los europeos eran en esa época esclavos del rey, así que era normal que los africanos y latinoamericanos fueran esclavos también.

- Dijo que Europa ha determinado la cultura latinoamericana. Que no tendríamos cultura sin Europa. Y luego hizo la igualdad cultura = conocimiento.

- Negó la intervención europea en conflictos latinoamericanos (por ejemplo, guerra Brasil + Argentina vs Paraguay). Pero sí aceptó la intervención estadounidense en Chile. Conveniente.

- Afirmó que Argentina había sido potencia en Sudamérica (¿?) porque ahí los explotados no habían sido nativos (a los cuales mataron, por supuesto), sino españoles gallegos.

Cuando dijo esto último, ocurrió lo inevitable: tuve que abandonar el local. No podía estar más tiempo con esta persona. Había acabado con mi paciencia, y si se acaba mi paciencia reacciono muy mal. En los cuatro años que he estado fuera de Perú nunca había encontrado algo similar. He sentido racismos implícitos, y si han sido explícitos han venido de gente sin mucha educación, o de ancianos a quienes les podías entender que no pudieran cambiar su paradigma. Pero esto era un estudiante universitario. De alrededor de 25 años. Muy fuerte.

Anyway, le dije a Esther que me iba a casa, y partí caminando, con el fin de calmarme. Pues desde la Plaza de Santo Domingo llegué caminando a Cuatro Caminos (la gente de Madrid entenderá que no es poco), y no lo logré.

Afortunadamente, al día siguiente la cosa mejoró. Luego de otro día de turismo fracasado, nos encontramos los peruanos, y les conté del asunto. Fue muy divertido cuando lo vimos esa noche, el individuo debe haber sentido el odio combinado proveniente de la mirada de cinco peruanos, todo dirigido hacia él. ¡Nunca olvidaré su cara cuando Carolina le pidió que nos tomara una foto a los cinco!

Lamentablemente el fin de semana duró poco, y al final nos separamos. En grupos empezamos a volver a Río de Janeiro, Duisburg, Paris, Barcelona y Valencia (excepto la loser de Mariella que se quedó en Madrid :-P). A pesar de todo, fue un fin de semana muy bueno, y fue excelente sentir que, a pesar que todos hemos avanzado y madurado un huevo, en esencia seguimos siendo los mismos, y que las amistades que alguna vez hemos establecido se mantienen invariantes en el tiempo.

Espero que nos volvamos a ver pronto.