Ustedes sabrán que el gobierno italiano alguna vez ha intentado destruirme. Si no lo sabían, pueden leer la historia original acá. Su primer intento fue vil, envenenándome con un plato de rigatoni alla ciociara en un restaurante bastante conocido en Roma. Esa vez, terminé en el hospital, y fue sólo por la caridad de Martina que logré sobrevivir. En principio, intentaron disimular el atentado como si fuera la respuesta de un mesero por haberle dicho que así no se hacía el spritz, pero todos sabemos que la verdadera razón es que el gobierno italiano me odia por criticar tanto la comida italiana, y que quiere verme muerto.
En Ginebra, pense que me habría librado de semejante peligro. Vamos, tal vez haya una región de Suiza donde se habla italiano, pero está muy lejos, sus tentáculos no llegarían a Ginebra. Y sí, tal vez el CERN está repleto de italianos, pero seguro que tienen cosas más importantes que hacer que preocuparse por la comida. En Ginebra, estaba seguro que estaría a salvo.
No obstante, la semana pasada ocurrió un evento que me dejó la sangre helada. Salí con unos amigos a un restaurante italiano, y resulta que en el menú había un plato de tagliatelle alla ciociara. Sí, lo mismo con lo cual me habían envenenado, pero tagliatelle en vez de rigatoni (que al final es lo mismo, dai). Y la verdad es que no me pude resistir. Terminé contándole a toda la mesa del incidente en Roma, y cómo había terminado en el hospital. Riéndome, y completamente confiado, decidí retar al destino, y me pedí el plato de tagliatelle.
Nunca me esperé que el mesero italiano, a quien nunca había visto en mi vida, me dijera "¿Otra vez? Tú siempre pides esto, ¿no?"
La mesa fue inundada por un silencio sepulcral. Yo nunca había ido a este restaurante antes. La única manera que tuviera sentido lo que había dicho el mesero, es que el estuviera enterado del incidente en Roma. Efectivamente, no había otra explicación. Este mesero era parte de El Complot.
Maldito.
Bueno, el resto de comensales inmediatamente olvidó el asunto, pero vamos, yo lo sudé como nunca en mi vida. Mil y un preguntas pasaron por mi cabeza. ¿Terminaría otra vez en el hospital? ¿Quién iría a comprarme los antibióticos esta vez? Es más, ¿llegaría a casa esta noche?
Al final, llegó mi plato de tagliatelle. Lo miré, y me di cuenta que en vez de salchicha le habían puesto jamón. Tengo que admitir que casi le grité al mesero que así no se hacía el tagliatelle alla ciociara, pero luego decidí callar, que si no me había envenenado este plato, fácil decidía envenenarme el limoncello.
'Ta mare.
Anyway, al final de la noche, sobreviví. No sé por qué. Tal vez el gobierno italiano me había perdonado. O tal vez se les había acabado el presupuesto. O tal vez, quién me salvó fue mi amiga la Cazavampiros, que estuvo en la cena. Ella, en el momento en que el mesero tomó mi orden, seguramente le dio una mirada de esas que dicen "Si le haces algo a mi amigo te meto una estaca en donde más duele," acobardando al pobre diablo de forma que fuera en contra de las órdenes de sus superiores.
Ya ven, para eso uno tiene amigas Cazavampiros. Valen oro.
3 comentarios:
En serio el mesero te dijo que tu siempre pedías lo mismo???....jajajajajaja...no puede ser!!!
pedir lo mismo! ...te gustan los emociones fuertes :)
jaaaaaaaa........tal vez el gobierno italiano te está jugando sicológicamente contigo...como en la pela Munich..!!!!!
jaja :D
Marité: Tenía que quitarme la maldición de encima. Además, tengo que admitir que el plato 'ta bueno (cuando viene con salchicha, con jamón no). :-P
Jekka: Fácil. No he visto la pela, tal vez sea mejor que no lo haga. :-)
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