viernes, 1 de septiembre de 2017

Superposición

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Bruno vivió mucho tiempo en Ginebra, ciudad donde confluyen muchas nacionalidades. Como suele ocurrir cuando uno llega a una nueva ciudad, una de las primeras prioridades de Bruno fue conocer gente nueva. Y tener una novia.

Su amigo Paolo le contó de la existencia de un servicio de citas nuevo, que se llevaban a cabo en absoluta oscuridad. La idea era concentrarse en la personalidad de la otra persona, más allá del físico. Sólo al final de la cita se veían las caras. A Bruno le pareció una idea interesante, y se inscribió.

Su primera cita fue con Clara, una estadounidense de Dakota del Sur. Resultó ser una chica paciente y meticulosa. La cita salió bien, tanto así que Clara, al salir, le dijo que estaba contenta de haber salido con él, que su cita anterior había sido muy creepy.

A Bruno le invadió la curiosidad, y le preguntó al respecto. Clara le dijo que en su primera cita se vió con Emilio, un chico de personalidad solar, amante de productos electrónicos, que parecía ser una persona muy estable. Pero por alguna razón, durante la conversación Emilio se distraía bastante. A Bruno le quedó grabada una frase: "Era como si hubiera participado sólo en el 30% de la cita, el resto del tiempo estuvo ausente."

Pasaron unos días, y Bruno siguió yendo a este sistema de citas. Pero volvió a escuchar de Emilio. Samantha, una rusa del Cáucaso, y Gialla, una italiana del Abruzzo, ambas le contaron a Bruno sobre sus citas con Emilio. Y usaron frases muy parecidas: solar, amante de electrónica, estable... y ausente.

La historia adquirió un matiz distinto luego de una cita con una japonesa, Kimiko, de la prefectura de Gifu. Habiendo escuchado ya tres veces de Emilio, Bruno no se aguantó, y le preguntó a Kimiko si alguna vez había salido con un chico que se distraía durante la conversación, que no estaba siempre presente. Y Kimiko le respondió que sí... que le había pasado dos veces.

La primera persona era efectivamente Emilio. Pero Kimiko le contó también sobre Murdoch. Era una persona con mucha energía, con una conversación que parecía penetrar dentro de uno, y con una extraña preocupación sobre el vivir demasiado tiempo. O por lo menos eso le entendió Bruno a Kimiko. Este Murdoch también se distraía, y la mitad del tiempo parecía no estar ahí.

Peor aún. Durante una cita con Octavia, una amiga de Gialla, esta le comentó que coordinó una cita con el Murdoch de Kimiko, pero que fue otra persona quien acudió a la cita. Fue un chico que decía llamarse Toribio, que llegó a la cita con lo que parecía ser una bolsa de donuts. Era muy pesado, y las poquísimas veces que habló, sólo mencionó su afición por la ópera. A Octavia le pareció una pérdida de tiempo.

Bruno estaba intrigado. Emilio, Murdoch y Toribio. Tres personas con personalidades muy distintas, pero compartiendo una misma característica extraña: no estar ahí el 100% del tiempo.

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La curiosidad fue tan grande, que Bruno terminó contándole la historia a Sonia, una amiga canadiense, de Ontario. Ella, que era muy inteligente, decidió encontrarse con Emilio directamente.

Luego de la cita, Sonia se reunió con Bruno. Le contó que, efectivamente, había visto a Emilio. Y sí, que era una persona solar, que le gustaba la electrónica, con personalidad estable... y que no estaba siempre ahí.

A Bruno esto no le sorprendió en absoluto, y fue entonces que Sonia le guiñó el ojo. "Rompí un regla," dijo, mientras sacaba una grabadora de su bolsillo. En ella, Sonia había registrado toda la conversación.

Al reproducirla, Bruno escuchó por primera vez la voz de Emilio. Efectivamente, la descripción que siempre le habían contado era consistente con lo que oía. Y sí, de vez en cuando la voz de Emilio se apagaba, por periodos prolongados. Fue entonces que Sonia le dijo que había más.

Sin dejar de mirar a Bruno en los ojos, Sonia subió el volumen de la grabadora. Considerablemente. Y entonces, al reproducir la grabación nuevamente, Bruno escuchó que, cuando Emilio callaba, nuevas voces surgían en el fondo. Voces que el oído humano no es normalmente capaz de percibir, pero que la grabadora de Sonia había captado.

Había dos voces en el fondo. La primera era enérgica, que parecía penetrar dentro de uno... y que hablaba bastante sobre la extensión de la vida. Mientras que la segunda voz parecía que tenía comida en la boca, y hablaba sobre ópera.

Bruno casi se cae de la silla. Murdoch. Y Toribio. Ambos presentes, hablando con la voz de Emilio, cada vez que éste callaba.

Pero, ¿cómo? ¿Un caso de múltiples personalidades? Pero, ¿por qué en un caso era Emilio el audible, mientras que en otros era Murdoch o Toribio? "Me deberías dar un premio," le dijo Sonia, sonriendo.

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Bruno se reunió nuevamente con sus anteriores citas, con Clara, Samantha, Gialla, Kimiko y Octavia. Les contó lo que había hallado, y les reprodujo la grabación de Sonia. Las mujeres quedaron espantadas.

"¡Qué lástima que se dé esta situación tan rara!" dijo Gialla, "¡con lo guapo que era Emilio!"

Samantha le sonrió. "Te gustan los rubios gorditos."

Clara y Gialla se sorprendieron. "Emilio no era rubio, ni gordo," respondió Gialla.

Clara se unió. "En absoluto, Emilio era moreno, y súper atlético."

Fue entonces que Gialla se sorprendió con lo que dijo Clara. "Pero, ¿están locas? Emilio no es rubio, no gordo, ni moreno, no atlético. Emilio tiene rasgos asiáticos, y es flaquito."

"No, ese es Murdoch," dijo entonces Kimiko. "Emilio es el rubio gordito."

"No, no, el rubio gordito es Toribio," respondió Octavia.

Fue entonces que todos se quedaron en silencio, mirándose.

No era una persona con tres personalidades. Se trataba de tres personas, que compartían tres personalidades.

Bruno, que era psicólogo, pensó que esta historia era fascinante. Registró el testimonio de todas estas personas, y escribió varios papers académicos al respecto. Años después, se confirmó que lo que había observado Bruno era un nuevo trastorno psicológico, que terminó llamándose Osciloneutrinisis.

Lamentablemente, para ese momento Bruno ya había muerto, y nunca fue capaz de recibir el premio Nobel que merecía.

***

¿A qué va esta historia? A que la semana pasada vino a Lima Javi Santaollala, a quien conocí en Ginebra. Javi me invitó a acompañarlo a un evento en el Campo de Marte, donde estuvimos respondiendo preguntas sobre ciencia a unas 100 - 150 personas.

La cosa es que una persona había leído mi post anterior, y me pidió que le explicara la oscilación de neutrinos. Y no le respondí, ya que sólo se permitía una pregunta por persona, y esta ya había hecho una pregunta antes.

Así que nada, este post es la respuesta. ¿Cuela o no cuela?

3 comentarios:

Avelino dijo...

Espectacular. Simplemente espectacular. Ha sido una lectura terriblemente entretenida... y perturbadora.

FJRA dijo...

Lo único que no cuela es cómo hizo Bruno para juntar a todas las chicas.

Joel Jones Pérez. dijo...

¿Alguien aquí se dio cuenta de la correlación entre los nombres de las chicas y los experimentos de neutrinos solares y atmosféricos?

FJRA: Bruno tiene sus métodos. ¡Y no es el Bruno que conocemos, eh! ;-)