lunes, 18 de octubre de 2010

Un Otoño en Würzburg

¿Qué? ¿Querían ya una anécdota de Roma? ¿Querían saber qué desastres me han empezado a acechar en la Terra dei Macarroni? ¡Pues no! Hoy les quiero contar otra cosa.

Resulta que en menos de 15 días después de mudarme a Roma, tuve que viajar a Würzburg nuevamente, para empezar una nueva colaboración con Porod. Esta pequeña ciudad representa mucho para mi, viví allí cuatro meses y marcó un quiebre en mi vida (en resumen, pasé de lo que fue la Crisis Afectiva 1 a lo que fue la Crisis Afectiva 2, pero no hablaremos de esto ahora). A pesar de ello, viví cuatro meses espectaculares, conociendo facetas de la cultura alemana que no pensé que existieran.

Lo bonito de llegar a esta ciudad fue que nada había cambiado. Estaban los tranvías de siempre, los buses de siempre, las tiendas de siempre... Estaba el Festung Marienberg, el Käpelle, la Residenz, mi antigua casa bávara en Franz-Ludwig-Strasse, el genial Café Uni, el Silvaner Weisswein del Café Klug, el precario edificio prefabricado donde mandaban a los estudiantes de doctorado... todo casi, casi igual.

Evidentemente me sentí en casa al llegar. Claro, yo sabía moverme en Würzburg. Cuando el chico del hotel me ofreció un mapa, yo evidentemente le dije que no, que yo sabía moverme en Würzburg. Salí del hotel, crucé un par de callecitas, y llegué rápidamente a la parada del bus 14, que me dejaría en la universidad. Por supuesto, yo sabía moverme en Würzburg.

En la universidad conocí a un posible nuevo colaborador, con quien se supone que haré este nuevo trabajo, además de con Porod. Luego de horas de discusión y planteamiento del problema, Porod se excusó, ya que su hija estaba enferma y había que llevarla al hospital. Me quedé trabajando un poco más con El Posible Nuevo Colaborador, y en eso me dijo pa ir a cenar.

Claro, habiendo vivido ahí, y al saber moverme en Würzburg, yo debía organizar todo. En eso, me di cuenta que los sitios que conocía no eran realmente aptos para llevar a El Posible Nuevo Colaborador. Pero recordé que la primera vez que fui a Würzburg, Porod nos llevó a una pizzería, y supuse que sería lo mejor. El objetivo ahora era tomar un bus que nos llevara al centro.

Caminamos hacia el paradero del bus 10, para descubrir que algo sí había cambiado en Würzburg, y estaban haciendo reparaciones. Como no sabía dónde quedaba el nuevo paradero, y debía dejar la impresión de saber moverme en Würzburg, decidí que lo mejor sería tomar el bus 14. No obstante, no estaba seguro de cómo llegar al paradero de éste, y al intentar improvisar, El Posible Nuevo Colaborador y yo terminamos haciendo cross-country por un campo de apariencia bastante salvaje. Y de noche.

Pero llegamos al paradero. Vamos, yo sabía moverme en Würzburg. Tuvimos que esperar al porco bus unos 45 minutos, en el terrible frío germano, pero vamos, no había duda que yo sabía dónde quedaban las cosas.

Al llegar al centro, llevé a El Posible Nuevo Colaborador al Marktplatz, pa que viera un poquito del centro antes de llegar a la pizzería. Parecía que las cosas irían bien, sólo había que encontrar la pizzería.

Pero la pizzería no estuvo ahí.

Pues no. Si algo había cambiado en Würzburg, no sólo era el paradero del bus 10. No señor, resulta que esa pizzería, la única suficientemente decente como para llevar a comer a El Posible Nuevo Colaborador, se había transformado en una seductora tienda de lingerie.

Oh là là.

Esperemos que el futuro de la colaboración no sea determinado por este infortunado suceso.

¿Y el resto del viaje? Bueno, ¡bien! Resulta que la hija de Porod tenía escarlatina, y no sólo eso, sino que contagió a su padre. Por ende, en los cinco días que estuve en Würzburg, sólo vi a Porod... por cuatro horas. Y El Posible Nuevo Colaborador, seguramente espantado por el Incidente Pizzero, decidió regresar más temprano a su pueblo de origen. Así que nada, a trabajar solito en Würzburg, ¡genial!

Ahora, tengo que decir que no sólo el paradero del bus 10 y la porca pizzería han cambiado en Würzburg. Lamentablemente, muchos de mis amigos ahí ya no están. Por ejemplo, Thomas y Karo están ahora en Florida, Specky se ha ido a Freiburg, Flora está en Italia, y Ritesh regresó a India.

Tres personas importantes también estuvieron ausentes, tres personas que me dejaron historias incompletas, que nunca pude cerrar ya sea por falta de tiempo o por estupidez de mi parte. Me hubiera encantado haber vuelto a ver a estas tres personas, asegurarme que estuvieran bien, y decir lo que en cada caso debí haber dicho, y hacer lo que debí haber hecho...

Pero no las encontré. D ha desaparecido del mapa, N se mudó a Potsdam y parece que no quiere mantener contacto con nadie en Würzburg, y V creo que iba a irse a Sudáfrica. Así que parece que tendrá que ser para otra vida. O dejar que las coincidencias hagan su magia nuevamente.

Anyway, suficiente melancolía otoñal. Me despido con un tip para todos ustedes, para que sepan algo de Roma. Si es que viajan a  Roma, y les ofrecen el pago de todos los gastos de viaje, asegúrense que el ticket del taxi no tenga propaganda comprometedora. No es chévere entregarle al secretario del laboratorio un ticket de taxi que tenga una propaganda de lap-dancing tan, pero tan grande, que parezca que la propaganda realmente es para el taxi.

Ta qué roche...

3 comentarios:

supernena4 dijo...

¿Por un campo en medio de la noche? Lo que sí que tendrá claro el Posible Nuevo Colaborador es que iniciativa y tenacidad no te faltan... jejeje.

Ah, y a todo esto, ¿seguro que era un taxi a donde subiste?

;-)

Buen día pes!!

Estherminator dijo...

y no comentas nada de las jarras de vino??? XD

Joel Jones Pérez. dijo...

¡... y 15 sambucas!

Y sí, lo tomé en la estación de tren, ¡el taxista era un viejito amable!