Bueno gente, como se los prometí anteriormente, completaré la lista de intentos de robo. Lamentablemente, no he podido recordarlos todos, no sé si será la edad o qué...
Anyway, en vez de contarles diez nuevos intentos de robo, les cuento seis. Para esto, al intentar completar la lista, me di cuenta que en la lista anterior no he seguido un orden estrictamente cronológico, así que ahora ni lo intentaré. Ahí vamos.
11. El CAPU
Como bien su nombre los indica, la PUCP es una universidad Católica. Por ende, no extraña que dentro de ella exista un Centro de Asesoría Pastoral Universitaria, conocido popularmente como CAPU (aunque creo que, en mi época, más populares eran sus jardines...)
Este robo ocurrió en aquellas épocas en que estaba saliendo con Carla. Hubo un momento dentro de esos dos años que ella decidió confirmarse, por lo cual estuvo frecuentando el CAPU bastante. Yo, intentando ser un buen novio, la acompañé en una que otra actividad... o por lo menos la iba a recoger de vez en cuando, cuando terminaba... o algo así.
Anyway, no recuerdo qué pasó exactamente. Luego de una de sus reuniones, nos juntamos con la gente que estaba haciendo la confirmación con ella, y caminamos a la avenida La Mar... teníamos que tomar un bus para ir a ya no me acuerdo dónde... Yo, como siempre, tenía mi mochila, y en esas épocas no llevaba absolutamente todo en mis bolsillos (como lo hago ahora). Whatever, nos subimos al bus, y en el momento de pagar descubrí que ya no tenía billetera. Alguien me había abierto la mochila, y se la había llevado.
Algo que creo que nunca le dije a Carla fue que el único momento en que dejé la mochila sola fue... en el CAPU. Y que probablemente podría haber sido algún compañero de confirmación quién me la robó. Ahora, vamos, también podría justo haber dejado el bolsillo de la mochila abierto, y se podría haber caído o algo. Pero fue raro.
Así que nada, billetera nueva, y ojos abiertos durante la confirmación.
12. La Lata de Sardinas
Les he contado ya los (por lo menos) tres intentos de robo que he tenido en la combi. Acá va uno más.
Camino a la PUCP (para variar), tomé una combi de la avenida La Marina hasta la puerta de la universidad. Había un huevo de gente, realmente estábamos todos apretadísimos. En el momento de llegar a la puerta de la universidad, le avisé al cobrador que me bajaba, pero no podía moverme por la cantidad de gente.
Resulta que había un tipo detrás mío que como que intentaba aplastarme contra la pared de la combi. Le pedí que se moviera, y me dijo que trataba pero no podía. Yo, que no quería que la combi me llevara hasta la San Marcos, mandé todo al diablo, me giré y empecé a empujar.
Pues justo en el momento que me giré, otro tipo giró conmigo a toda velocidad. Me pareció rarísimo, pero al bajar de la combi entendí: tenía su mano metida en mi mochila, y al yo girar lo había obligado a dar un giro ultra veloz. Y el otro tipo, que me aplastaba contra la pared, se aseguraba de mantener la mochila estable pa que no me diera cuenta.
Fue entonces que aprendí a nunca llevar la mochila en la espalda en ninguna combi, bus o metro, regla de oro que mantengo hasta el día de hoy.
13. La Sirenita
Esta es medio psicodélica.
Andaba con Carla en el malecón de la Costa Verde, creo que íbamos a ver el sunset o algo. Estábamos cerca al puente Villena (no, no estábamos en el Parque del Amor, sino al otro lado...). Anyway, en esa época no había nada que separara a los transeúntes inocentes del barranco de 70 metros que llevaba, además de a una muerte segura, a la playa de la Costa Verde. Nosotros estábamos sentados en una banquita, cuando en eso se apareció un tipo.
El tipo se veía amable y cordial. Ofreció recitarnos una poesía (que no es lo mismo que un poema), y a pesar que le dijimos que no, empezó a hablar. Empezó a decir cosas de la belleza, del amor, y de la "sirena" que me acompañaba, y cómo podían darle ganas a uno de "lanzarla de nuevo al mar." Al decir esto último, miró el barranco de 70 metros.
Nosotros lo observamos y entendimos el mensaje. Le dí un sol.
Eso es un robo por donde se le mire, no me vengan.
14. El Camino al Aikido
Hubo una época en que se me dio por aprender Aikido. Fue espectacular, se lo recomiendo a todos, es una actividad recontra relajante, pero que ayuda a uno a aprender a defenderse. Genial.
Las clases eran en el Regatas, club mencionado en la primera lista. Yo no tenía carro, así que si quería ir al club, tenía que chapar mi bus (Etupsa 73) y luego caminar unos quince minutos por el malecón de Chorrillos para entrar por al Regatas por el puente.
Esa caminata siempre fue casi siempre segura. El problema más memorable ocurrió una vez, que al bajarme del bus vi un grupito de mocosos con pinta bastante malandra. Yo seguí mi camino cuando, después de cinco minutos caminando, escuché un silbato. Al darme la vuelta, ¿qué vi? Al mismo grupo de mocosos, a escasos metros detrás mío. Quién había silbado era el guachimán de una casa, que se había dado cuenta que los pirañitas estos tenían malas intenciones.
Al darme la vuelta, los mocosos del demonio simplemente siguieron su camino, y me dijeron que creían que el guachimán quería hablar conmigo. Of course. Me acerqué al guachimán, le agradecí que me hubiera avisado, y tomé un taxi.
Esto marcó el inicio de una época de estrés en esta caminata... época que terminó cuando en las clases nos empezaron a enseñar a usar un bokken. Me conseguí uno, y a partir de entonces nadie me volvió a molestar en el camino.
15. Cajamarca
Este intento ocurrió justo antes de salir de Perú, mientras viajaba a Cajamarca con Jessica. Viajamos en la empresa Línea, que estuvo bastante bien hasta el momento de entregar las maletas en Cajamarca. Era un caos, todo el mundo recontra apretado mientras esperábamos que aparecieran las maletas.
Hubo un momento en que sentí que alguien me empujó. Miré a la derecha: nada. A la izquierda: nada. Abajo: una ancianita diminuta. Me miró, me sonrió. Yo le devolví la sonrisa. No obstante, me di cuenta que mi billetera (que había aprendido a llevar siempre en mi bolsillo), estaba medio salida. Me aparté del grupo, y la metí dentro.
No obstante, sospeché de la ancianita. La empecé a observar y me di cuenta: era una ladrona. No sólo eso, estaba apoyada por quien parecía su esposo, un viejito que la miraba desde lejos, y que por alguna razón llevaba hierbas dentro de las orejas.
Recuerdo que tomé a Jessica, nos acercamos al viejito, y dije en voz alta: "Esa señora creo que es chora." El viejito inmediatamente salió disparado, le habló a la ancianita, y desaparecieron.
Hoy en día ya no se puede confiar en nadie, caray.
16. La Laptop.
Este robo, que sí fue robo, ocurrió en Valencia, y ya hablé de ello en este blog.
Si quieren recordarlo, lo pueden encontrar aquí.
Y aquí.
La tercera parte, aquí.
Seguida por la cuarta parte (donde lamentablemente ya no funciona la musiquita).
Y que culmina, por lo menos en este blog, acá.
La historia siguió por un rato más, pero lo que cuento marca el inicio del Terrible 2008-2009, periodo espantoso en mi vida que afortunadamente ya pasó y no se repetirá jamás.
Bueno gente, espero no haberlos aburrido con recuerdos. Este mes tengo viaje de trabajo a Alemania, y eso siempre deja algo que decir. Ustedes saben que adoro ese país. ¡Será hasta pronto!
8 comentarios:
Me reafirmo en mi opinión: eres un gafe!!
Joder, Joel, quieres cambiar el fondo de tu blog que me vuelvo ciega cada vez que leo una entrada?
Felip: Seguro que sí. :-)
Paola: :-(
Nunca se puede tener a todos contentos, ¿no?
Por qué resaltas que no estabas en el parque del amor?
Porque no se va al parquedelamor.
Gracias Luciano, muchas gracias.
mmm...yo creo que es porque "realmente" estabas en el parque del amor, es más hasta estabas recitando una de las poesías :D
No, no, Marité, yo sólo escribo poemas. :-P
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